Cuantas emociones juntas en tan corto
espacio de tiempo. Ya llevo un mes y medio con los pedales pegados a
las suelas de lo que queda de mis zapatos waterproof, descubriendo,
dia si, dia no, los lugares mas idilicos del Planeta en el
injustamente considerado continente mas peligroso del mundo. Paisajes
escandalosamente bellos y virgenes que, en la mayoria de los casos,
van acompanyados de habitantes no menos sorprendentes, quienes tienen
la extranya habilidad de hacerte sentir como en casa a tomar por
saco.
Se refuerza asi la teoria que sostengo
sobre que la gente hace los sitios y no al contrario. Aunque, la
verdad, tanta belleza en algunos rincones no deberia pasar
desapercibida para algunas idiosincracias< pero esta ultima tesis
no siempre se cumple, no entiendo por que.
Esta semana he pasado por la Reserva
Natural de Pomene donde vive una de las poblaciones de mozambiquenyos
mas aisladas del pais. Acostumbrada a pasar miedo alla donde voy ante
el excesivo arrojo idiosincratico de los naturales de Mozambique,
especialmente del genero masculino, tropezar con una gente tan amable
y honesta es al principio chocante. Este es uno de los lugares que
refuerzan mi teoria de 'gente maginifica igual a lugar magico' pero
con creces< el enclave es tan bucolico que cuando penetro en sus
entranyas con Roberta [he llamado asi a mi bici ] me da igual llevar
trece malditas horas pedaleando sobre intransitables toneladas de
arena bajo un sol de 'injusticia' atravesando selvas y poblaciones
pauperrimas de gentes apostadas en los caminos vendiendo lo primero
que la naturaleza les ofrece. Ya no me importa el hambre de dias ante
la ausencia de suministros en este pais de miseria
institucionalizada, o depender unicamente de lo que la gente me
ofrece por el camino hasta encontrar un austero supermercado en
alguna poblacion turistica, convertir el coco en mi desayuno,
almuerzo y cena cuando no hay otra cosa, o el polvo en la media que
cubre la lente de la camara que graba esta romantica aventura. Me da
igual perderme continuamente por solitarios caminos con la mano en mi
punyal de pesca submarina atado a mi pierna izquierda y retroceder
por si resulta que me traga la bestia. Cuando encuentro Pomene mi
alma asustada y debilitada por la soledad despierta y se fortalece de
nuevo.
Cienagas anegadas cubiertas de una
suave bruma que aporta el halo magico de un lugar encantado. Arboles
que se tragan los pantanos y selvas tan tupidas y oscuras que
infunden respeto y que de repente se desperdigan en blancos arenales
en un proceso natural sin logica pero bello y surrealista. Y en medio
de todo el bucolico escenario, Roberta transita con la cadena
sedienta de grasa y sobrante de arena...pidiendome un respiro...
No hay comentarios:
Publicar un comentario