miércoles, 20 de mayo de 2015

13 de Mayo. Santa Rosalia ... Sueño o Realidad ?. BAJA CALIFORNIA SUR.

Pedaleo 74 kilometros  hasta Santa Rosalia. Hoy los astros se han alineado para que todo, incluso la climatologia, sea perfecto. El cielo amanece cubierto de una masa espesa de nubes que deja escapar algunas gotas de agua ocasionales. El trafico es muy intermitente y los vados kilometricos solo me roban la fuerza en el ultimo tramo, que se vuelve muy montanoso de repente, a medida que me acerco a la costa del Golfo de Mexico. 


Pronunciadas pendientes se combinan con vertiginosas descendientes como en un viaje en tiovivo. Solo que este viaje si trae recompensa; la mejor para un ciclista que se afana durante horas cuesta arriba: una declinacion tan vertiginosa y larga y duradera que regala multiples placeres: el cabello al viento; el mejor ventilador natural del mundo en un ambiente caluroso y seco; la adrenalina de la velocidad ladera abajo; evitar los derrapones en las curvas pronunciadas, que se convierten en todo un reto cuesta abajo y cargada como una mula ... particularidades que se transforman en placeres, porque rompen la monotonia diaria de constantes subidas y bajadas y un sol abrasador en la Carretera Transpeninsular. 



Antes de Santa Rosalia las instalaciones de una gran mina de cobre me dan la bienvenida a su manera: con una nube de polvo espesa y el trasiego de camiones y vehiculos que se incorporan a la via principal o la abandonan para introducirse en el complejo mas parecido a un asentamiento de la NASA. El panorama es desolador y me pregunto si es eso Santa Rosalia, porque si es asi, me voy derechita a Mulege y ni me detengo para un cafe. 

Pero, afortunadamente, dejo la mina atras y compruebo que el verdadero pueblo se extiende por toda la bahia y trepa por el risco cuando doy una gran curva. Llego casi hasta el final y aparco a Susan Sarandon junto al mar para contemplar extasiada la bahia que se extiende a nuestros pies. Hace tiempo que no me lleno de mar. Respiro profundamente el aire humedo saturado de historia. Contemplo el singular pueblo, mezcla de casas de arquitectura colonial francesa y de viviendas de autoconstruccion improvisadas en la montana, que no han conseguido sepultar la herencia europea. 

En 1879, Porfirio Diaz, presidente de Mexico, le da la concesion de la mina de cobre de alta pureza a una compania francesa. Esta mina ya habia sido descubierta en 1868, presuntamente, por un tal Jose Rosas Villavicencio, y explotada por una compania alemana. Los franceses fundan entonces la Compagnie du Boleo y la colonia minera Santa Rosalia en 1885, construyendo todo lo necesario para una colonia minera, que, al parecer, implica campamentos, casas, talleres, laboratorios, ferrocarril, acueductos, etc... Si hubiera sido hoy en dia estoy segura de que la lista se hubiera ampliado a centros comerciales, Mac Donalds, cines, franquicias y demas metralla. 



En definitiva, durante el tiempo que la compania francesa El Boleo SA exploto los yacimientos de cobre, construyo casas, iglesias y escuelas en el estilo franchute de la epoca, tanto para las familias de sus funcionarios y tecnicos, como para las familias de sus obreros. Durante decadas Santa Rosalia fue la unica poblacion de la peninsula con energia electrica, y la segunda poblacion de Mexico en tener electricidad, ya que la primera fue Ciudad de Mexico. 



La iglesia, Santa Barbara, es de metal galvanizado, como un petrolero, cuyas planchas se trajeron de francia semi- montadas y se terminaron de ensamblar en estas latitudes, como un mueble de Ikea. Lo mas curioso es que la diseno el ingeniero frances Gustavo Eiffel, el mismito de la torre homonima. 



Asi pues, aqui estoy, en medio de una nube de polvo, a orillas del Mar de Cortes, contemplando un pueblo frances y una iglesia levantada por Eiffel, sobreviviendo con teson a los asentamientos irregulares, producto del exodo campesino, y con un dolor de hemorroides que se acrecienta dia a dia gracias  al calor, a la bicicleta y a la comida picante. Y para aumentar el surrealismo del momento, he quedado en un restaurante chino a los pies de la villa para comer con mis amigos de la Casa del Ciclista de San Ignacio. Por muy remoto que sea el lugar donde estes, siempre va a haber un jodido establecimiento chino que vulgarice el habitat cultural y arqueologico. Deberian prohibir los restaurantes chinos y los Mac Donalds en las inmediaciones de los bienes protegidos. Pero la comida esta rica, rica...

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