De Seligman a Gran Canyon Junction hay
150 kilometros y gran parte del trayecto es cuesta arriba. Tras 70
kms y a los 1767 metros de altura decido que ya no puedo mas, y
busco una salida de la autopista N40 para penetrar el bosque Kaibab
National Forest, sin vallas y sin conductores que me vean perderme en
el espesor sola.
Me salgo de la carretera de tierra para empujar a
Susan entre los arboles. No me alejo mucho del sendero de tierra. De
repente, algo se mueve entre los pinos. Es un bebe alce que corre
como alma que lleva el diablo cuando me ve. Que lindo.
Busco un buen emplazamiento, entre tres
pinos bajos, y monto ahi el campamento al tiempo que amarro a Susan a
uno de los arboles por seguridad. El sol ha comenzado su descenso
natural y ha refrescado, pero no tanto como en el desierto a esa
hora. El paisaje es de nuevo sobrecogerdor. El suelo es arido y
blanquecino y los pinos son pequenos, no se si por su especie o por
la escasa altura para su conveniente desarrollo.
No me siento muy cansada fisicamente,
pero si psicologicamente, ya que he pedaleado la mayor parte del
trayecto por la autopista N40. He elegido esta vez el peligro al ser
la ruta mucho mas corta que la historica 66, que me llevaria otros
dos dias llegar al mismo destino.
Me entretengo grabando el video Tip of
the Day de mi nuevo canal Youtube en ingles: Solo Female Cyclists,
“Camping Outdoor I – make sure nobody see you”.
El momento es
idoneo para el rodaje con mi pequena Gopro. Hago enfasis en la
necesidad de esconderte y asegurarte de que nadie te ve para dormir
mas tranquila, aunque, por supuesto, nunca hay garantias. No
obstante, en un pais como USA, sobre todo en la zona donde me
encuentro, existen muchas probabilidades de que nadie te vea porque
NO HAY NI DIOS.
Lo cual no sucede nunca en los paises del Tercer
Mundo que he pedaleado, donde, cuando menos te lo esperas, sale un
nino oculto detras de un arbol.
Cocino algo con mi hornillo de
petroleo, adquirido en Bangkok, que he colocado a una distancia
prudencial, a pocos centimetros de la entrada de la tienda, cercado
con piedras para evitar los ocasionales ligeros envites del viento,
pero, especialmente, por seguridad. Antes he limpiado de hojas secas
el suelo hasta que solo ha quedado la arena blanquecina. Abro un
paquete de arroz “Mexican Style” que he comprado en Los Angeles y
observo en silencio como el grano mezclado con una sustancia en polvo
rosada desciende hasta el diminuto caldero para caer en el agua en
ebullicion. En cinco minutos la comida esta servida. Como con la
misma ansiedad de un bipedo carnivoro devorando a su presa. Esta de
vicio.
El combustible no es el adecuado para el hornillo por lo
que me cuesta provocar la llama y tengo que bombear mas aire de lo
normal para crear gas. Un suplicio a esas horas de la manana, pero es
que en USA no me han querido vender gasolina en la gasolinera cuando
les he llevado mi recipiente naranja, que especifica por fuera FUEL
BOTTLE, porque “no es ROJO”, tal como contempla la normativa
norteamericana, especialmente disenada para tocar los cojones.
Asi que he tenido que comprar lo unico
que he encontrado, combustible del malo malisimo para encender
barbacoas. Con lo cual, cada vez que quiero encender el hornillo, la
llama llega hasta las copas de los arboles, mas o menos, y el riesgo
de provocar un incendio en medio del bosque es el 99,9 % . Aun asi,
tomo todas las precauciones posibles construyendo cada vez que acampo
una pared de piedra alrededor del artilugio y limpiando los
alrededores de hojas secas, pero nunca se sabe...
Entre sorbos de cafe garabateo en mi
libreta de notas lo que podria ser mi primer invento para sobrevivir
en la naturaleza: una alarma para Coyotes y otros animales salvajes.
Para ello utilizare mi bocina electronica de la bici, una pinza para
la ropa e hilo de nylon. En ello estoy.
No quiero irme de este fantastico lugar
donde hay una paz deliciosa. Los rayos solares comienzan a calentar
la tienda de campana y es senal suficiente para ponerme manos a la
obra y recoger el campamento. No tengo prisa, aunque aun me quedan
unos 70 kms cuesta arriba hasta Williams, en la Grand Canyon
Junction. Quiero ir despacio y saborear el privilegio de estar en
aquel lugar.
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