Le digo adios a Gabino Real y a unos
dias en familia en San Quintin. Gabino y su mujer, Lupita, me han
tratado como una reina. Me siento tan feliz en este pais de cactus,
arena, aulagas, sonrisas y tequila reposado con sal y limon. Gabino
regenta un comercio de articulos de segunda mano en este barrio de
Ensenada, que yace en medio del desierto, entre nubes de polvo y el
estruendo de miles de trailers que transitan velozmente por su calle
principal. Lupita es enfermera, tambien en la 'calle principal', que
todos deben llamar 'principal' porque es la unica pavimentada a cuyos
pies comparten el poco espacio comercios y viviendas. Las demas
calles son un entramado de polvo y piedras tan intransitable como el
rutometro del Paris – Dakar. Pero a nadie parece importarle. Los
mexicanos estan acostumbrados a vivir en la incomodidad y el riesgo,
porque la mayoria no han conocido mejor vida.
Anoche llego Gabino de su viaje semanal
a Estados Unidos para comprar mercancia usada. Dieciseis horas de
automovil hasta Santa Ana, California y dos dias sin dormir no han
sido un obstaculo para madrugar y acompanarme un tramo durante quince
kilometros en su Mountain Bike. Aunque ya esta acostumbrado a las
visitas, tras hospedar hasta la fecha a mas de 170 ciclistas de un
sinfin de nacionalidades, regresa a casa con los ojos llorosos, tras
regalarme un calido abrazo. Ha sido una de las veces que mas me ha
costado despedirme.
La batalla contra los camiones y el
calor en una de las carreteras mas angostas que he transitado hasta
ahora no acaba sino de empezar. Se me hace muy duro el camino.
Montanas y subidas pronunciadas aminoran mi paso mientras el calor
aprieta a medida que me introduzco en el desierto. Las cuestas y el
peso del equipaje no son compatibles. Cincuenta kilos de peso se
convierten en el doble o el triple de peso en una pendiente
pronunciada. Cuando me atasco en una pediente grande no logro subirme
en la bicicleta debido al peso y debo completar el trayecto
ascendente a pie, llevando romanticamente a Susan en mis brazos. Como
pesa la hijap....
Ciento diez kilometros despues diviso
el Rancho el Descanso, asentado amablemente en un valle.
Tengo la sensacion de haber visto un oasis en medio del desierto. La felicidad me recorre el cuerpo como la corriente electrica. Hace dos horas que no tengo agua y estoy deshidratada. Parezco idiota. Llevo mas de un ano pedaleando y no aprendo. Me he confiado y he pensado que encontraria puestos apostados a lo largo del camino; pero entre San Quintin y El Rosario no hay nada, solo montanas y desierto, al igual que en el intervalo El Rosario – Rancho El Descanso. En realidad me he confiado dos veces. Cuando reposte en El Rosario tampoco lo hice adecuadamente. Tengo que mejorar este aspecto de mi personalidad y prever mejor las cosas. No hace falta mucho tiempo de antelacion, con un par de dias de estudio del terreno es suficiente; cuando se trata del desierto hay que tomarse la vida seriamente.
Tengo la sensacion de haber visto un oasis en medio del desierto. La felicidad me recorre el cuerpo como la corriente electrica. Hace dos horas que no tengo agua y estoy deshidratada. Parezco idiota. Llevo mas de un ano pedaleando y no aprendo. Me he confiado y he pensado que encontraria puestos apostados a lo largo del camino; pero entre San Quintin y El Rosario no hay nada, solo montanas y desierto, al igual que en el intervalo El Rosario – Rancho El Descanso. En realidad me he confiado dos veces. Cuando reposte en El Rosario tampoco lo hice adecuadamente. Tengo que mejorar este aspecto de mi personalidad y prever mejor las cosas. No hace falta mucho tiempo de antelacion, con un par de dias de estudio del terreno es suficiente; cuando se trata del desierto hay que tomarse la vida seriamente.
Me llamo Maria Elena, se presenta la
duena del rancho. Puede usted acampar alli con mucho gusto. Me senala
un pequeno claro a la sombra de un cactus y una palmera, junto a una
capilla. Vaya, voy a dormir junto a Jesucristo, pienso, recordando la
vigilia junto a Buda en un monasterio budista en Myanmar meses atras.
Eso es buenisima senal. Creo que necesito un milagro para sobrevivir
en estas carreteras. Toda ayuda es poca.
Un muchacho de unos treinta anos se
acerca a saludarme e insiste en ayudarme a montar el mini campamento.
“Me llamo Victor. Bienvenida al Rancho El Descanso, senora”.
Normalmente me gusta que me dejen montar la tienda de campana sola,
pero me doy cuenta que Victor es un buen muchacho y solo quiere ser
amable. Asi que me dejo llevar. “Tenemos internet, senora. Si
quiere le dejo la clave” - No se si lo sabes Victor, pero me
acabas de alegrar la tarde aun mas. Duermo junto a una Divinidad con
y tengo Wifi: Ya sabes viajero, si tienes la oportunidad de acampar
junto a una iglesia o capilla, hazlo, siempre trae buena suerte.
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