martes, 3 de junio de 2014

6 Mayo. Con Malaria en el LAGO MALAWI, África.

La soledad es como llevarse a la boca un punado de almendras amargas cuando el hambre aprieta. Es inevitable engullirlas sin saborearlas demasiado para reducir al minimo el mal trago. Cuando asoma hay que recibirla con paciencia porque nunca viene para quedarse; solo nos visita para asegurarse que somos capaces de afrontarla con determinio y paz. Despues se va, pero su sombra siempre acecha.
Despues de veinte dias debil por la Malaria me encuentro ahora con fuerzas renovadas para continuar mi viaje. Me siento aliviada porque normalmente la debilidad de cuerpo dura un mes, aunque la enfermedad desaparece en una semana. Han sido mas de dos semanas de encuentro conmigo misma, porque el paludismo te roba la energia y la iniciativa postrandote en la esterilla durante dias con escasas ganas de ingerir alimento. La vida se te atraganta, acostumbrada a verla pasar rapido con ruedas en los pies, y los recuerdos del pasado te asaltan a mitad del sueno. La duda se suma al festival de negatividad y hace que los cimientos de tu proyecto de vida se tambaleen. Hay que armarse de paciencia para convivir en armonia con todos estos fantasmas y de fortaleza para impedir que minen el espiritu.
Cuando la vida nos detenie el paso y las circunstancias obligan a la instrospeccion y auto/reflexion en realidad se produce un efecto antagonico en nuestras conciencias: avanzamos un nivel en el plano intra personal hacia la madurez y la busqueda interior. Mucha gente se pasa la mayoria de su existencia evitando este encuentro por miedo a darse de bruces con la realidad y a descubrir que no son la fachada que inventaron para mantenerse artificialmente con vida como el paciente en coma que subsiste conectado a una maquina

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