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Ayer, sábado 25 de febrero, le hemos dicho adiós a una de las personas más importantes de toda esta singladura. Allison Riquelme. Con mucho dolor, la hemos acompañado al Aeropuerto de Balmaceda para verla esfumarse en la puerta de embarque. Permanezco en medio de la gente que se besa, se toca, se abraza, llora, se ama y se despide, anonadada, confundida, tratando de sonreír con una sonrisa de autosuficiencia emocional que me sale tan aparatosa y falsa como un billete de un euro.
Regresamos a
la habitación del hospedaje donde hemos disfrutado de las últimas
horas con Allison. El cuarto amplio y fresco, desbordado por la
claridad que entra por los amplios ventanales, parece ahora oscuro,
pequeño y vacío. Intentamos mantenernos ocupadas para no pensar y
romper a llorar.
Al día
siguiente disfrutamos por última vez de la Plaza de Armas de
Coyhaique, mientras contemplamos el eclipse solar anular que
tenemos la suerte de presenciar con más claridad que nadie en esta
zona del Planeta. Telefoneamos a Allison para oir su voz otra vez.
Los ojos de Marika se turban, su sonrisa no corresponde a la
expresión de su mirada. La voz de la chilena se quiebra deseándonos
buena suerte al otro lado del celular. Mis ojos se llenan de
lágrimas cuando el reloj da las doce.
Pedaleamos
sin ganas para salir de Coyhaique. Sentimos el vacío que nuestra
amiga ha dejado en nuestras vidas, como quien ha perdido recientemente a un familiar. La angustia nos devora por dentro hasta que Grimur nos
devuelve a la vida real de un zarpazo. Conocemos al islandés en una
gasolinera mientras paramos para beber algo.
Grimur lleva
treinta años en Chile y es propietario de una flota de barcos de
carga en la Patagonia. Debe pasarse mucho tiempo en el mar porque
nos suelta una conferencia de una hora en la puerta de la COPEC sobre
Chile y la importancia de que “vuelva otro Pinochet”, que ambas olvidamos nuestros problemas inmediatamente. Dejamos que Grimur se pierda en sus laberintos, hundiéndose en el pasado con entusiasmo nostálgico y triste. Con su recia expresión avikingada, su cabello liso y blanco como el de un bichón maltés.
Desgraciadamente, este monólogo melancólico-entusiasta del régimen dictatorial lo hemos tenido que escuchar varias veces en Chile de diferentes individuos de próspera economía quienes, muy probablemente, nunca perdieron un hijo por expresar su opinión. Qué rápido se olvida la gente de la crueldad y los crímenes de un régimen que se saldó con más de 3.200 víctimas y 38.000 torturados. El fin, en este caso, la prosperidad económica de Chile, no justifica los medios. Omitir que el dictador llegó a desarrollar armas químicas para exterminar a los opositores, se alió con exnazis y asesinó masivamente, es olvidar el pasado y correr el riesgo de repetirlo, carajo!
Desgraciadamente, este monólogo melancólico-entusiasta del régimen dictatorial lo hemos tenido que escuchar varias veces en Chile de diferentes individuos de próspera economía quienes, muy probablemente, nunca perdieron un hijo por expresar su opinión. Qué rápido se olvida la gente de la crueldad y los crímenes de un régimen que se saldó con más de 3.200 víctimas y 38.000 torturados. El fin, en este caso, la prosperidad económica de Chile, no justifica los medios. Omitir que el dictador llegó a desarrollar armas químicas para exterminar a los opositores, se alió con exnazis y asesinó masivamente, es olvidar el pasado y correr el riesgo de repetirlo, carajo!
El sol
calienta hoy como nunca y nuestras cabezas están a punto de
explotar. Mientras el nor-europeo expatriado nos habla de las diferencias
culturales entre un chileno y un islandés (ya pueden imaginarse la
larga lista), me abstraigo por momentos simulando mi interés, con
esa simpatía falsa que se nos da tan bien a los latinos, y veo un
montón de sesos desperdigados por el aparcamiento, sobre los
vehículos, en el suelo, humeantes y viscosos.
Obviamente, se nos hace tarde y sólo pedaleamos 30 km hasta el Río Blanco. En su
ribera pedregosa buscamos con dificultad un lugar apartado para
acampar. Encontramos un buen claro junto a unos arbustos, muy cerca
de la corriente. Una fuerte brisa obstaculiza nuestras labores de
acampada, que culminan en una opípara cena compuesta de fideos
tailandeses con salsa de cebolla, ajo, zanahorias, jengibre, y crema
de champiñones.
Por la noche
garabateo en mi cuaderno mi vergonzoso hit musical. Pueden
descargárselo también gratis aquí. A continuación les dejo la
letra:
Título:
Déjate Llevar
Autora:
Cristina Spínola
Estribillo:
Pedalea,
pedalea...
Estrofa 1:
Si tu vida es
aburrida
y el trabajo
te golpea,
se valiente,
consecuente
y tírate por
la pendiente.
(Estribillo)
Estrofa 2:
Bajo el cielo
estrellado
y el fuego
desmesurado,
la Naturaleza
llama,
la bicicleta
bacana.
(Estribillo)
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