viernes, 8 de julio de 2016

6-7 Julio. La Mujer Alfa (San Ignacio - Jaén)


Comparado con lo que hemos pasado recientemente, el trayecto La Balsa - San Ignacio, en el Norte del Perú, es un paseo por Disneylandia en una apacible y cálida mañana. Pese a la cuesta arriba la mayor parte del tramo, sobre todo desde Namballa, la climatología perfecta, el escaso tráfico y las excelentes condiciones de la carretera facilitan nuestra llegada a San Ignacio, capital de la provincia de San Ignacio, lugar done elegimos descansar durante unos días dado nuestro crítico estado físico después de Podocarpus y el Alto Amazonas. Marika arrastra dolores de espalda y yo tengo un constipado de aúpa.



Tras unos días de reposo físico y trabajo con el computador, decidimos poner rumbo a Jaén en nuestro viaje a Cajamarca. Nuestro deseo es estar en Cusco lo antes posible y pasar a Bolivia a principios de septiembre, mes que pone punto y final a la estación seca, y Bolivia con lluvia es mejor recorrerlo en kayak. 



No tenemos nada que hacer en Lima y, además, la costa de Perú es peligrosa, sobre todo en el norte del país, donde se registran cada año multitud de asaltos a cicloturistas en las vías. Así que no vamos a arriesgar en lugares que no nos llaman la atención. Tampoco nos apetece asarnos a la brasa en el calor de la costa y darles de comer a los condenados mosquitos que no adoran a ambas. 

La Cordillera de Los Andes será nuestra guía en Perú por varios motivos: temperaturas bajas, belleza paisajística, escaso tráfico en las carreteras, ausencia de camiones y trailers, SEGURIDAD, ausencia de turistas, altos valores culturales y tradicionales, amabilidad de la gente, etc. Estos serán nuestros aliados durante un par de meses pese a lo agotador, doloroso y fatigoso del camino con rampas ascendentes que se pierden en el cielo, carreteras de lodo, chaparrones y frío de narices en zonas de gran altitud. 

Todo en esta vida es una elección, y nuestra vida mañana será el resultado de las elecciones que tomemos hoy. Hemos optado por el INFIERNO BELLO al camino fácil y más transitado de la costa, con mejores carreteras y más facilidades, espero que no nos arrepintamos. 

Iniciamos la jornada con cielos nublados y una ligera llovizna. Además el día es fresco. Sonreímos dada la suerte que hemos tenido. Los días así son un regalo para el ciclista. En esta zona de Perú suele hacer calor y la humedad relativa del aire es considerable. A pesar del clima, no nos libramos de las picaduras de los gegenes, que nos acompañan durante toda la cuesta arriba para salir de la capital de la provincia. La ciudad no es bella pero es perfecta como lugar para boxes, a diferencia de Jaén. Muy segura, pequeña, escaso tráfico, baratísima y con tiendas suficientes para encontrar todo lo necesario para aprovisionarse tras el duro trayecto desde Vilcabamba hasta La Balsa. La recomiendo para descansar unos días, antes que la ajetreada, peligrosísima y desordenada Jaén. Además, los de San Ignacio son espléndidos, muy desinteresados y generosos. 

El trayecto a Jaén sigue el caudal del río Canchis y su cuenca es un espectáculo de campos de arroz, cultivos de maíz, café, caña de azúcar y papaya.  Algunos agricultores transitan por la cuneta sonrientes con sus azadas al hombro. A los más jóvenes nos espetan ´adiós gringas´y los viejos nos dirigen un amable ´buenos días, buen viaje´. La pobreza es latente durante todo el camino. Predominan las casas de adobe con techos de cinc donde los niños juegan en la calle y nos gritan emocionados cuando pasamos. 

Nos han dicho que extrememos la precaución en Jaén, sobre todo en su extra radio por haber un alto índice de criminalidad. Llegamos ligeramente tarde para nuestro gusto. A las cinco y media ya es demasiado tarde para entrar en una ciudad peligrosa. Corremos hacia el centro sin detenernos ni en los semáforos. Muchos jóvenes nos increpan a nuestro paso frases poco amables y aceleramos la marcha huyendo del peligro. Cuando alcanzamos el centro nos sentimos más seguras pero seguimos teniendo la sensación de no estar en un buen sitio. Buscamos desesperadamente un lugar para dormir barato porque el día comienza a dar paso a la luna y de noche somos el ´blanco perfecto´ (nunca mejor dicho) . Encontramos un hostal muy decente por 4 euros. Nos encerramos apresuradamente en él hasta el día siguiente.

Tal como entramos en Jaén, salimos, no sin antes amarrar las alforjas con cinta aislante en los racks para que nadie pueda arrancarlas de un tirón. Hoy la ciudad amanece más tranaquila, no sabemos si porque es demasiado temprano para la delincuencia o porque salimos por otro lado de la ciudad más tranquilo. Parecemos dos locas pedaleando de estampía para escapar cuanto antes del peligro. De nuevo una gran cuesta para salir de la ciudad. En plena rampa nos encontramos con una ciclista chilena que se hace llamar Valentina. 



Valentina debe tener unos treinta años. Lleva unas mallas ciclistas, una libreta en la mano y se ha detenido en la salida de Jaén para pintar la ciudad. Risueña y encantadora nos cuenta que lleva 3 años viajando por Sudamérica sola. 
Dibuja momentos en su bloc para regalarlos a los amigos del camino. Su último destino es Río de Janeiro, así que tomará la desviación a Pedro Ruiz Gallo y Chachapoyas para introducirse en pleno Amazonas y fundirse con el Brasil como un pincel en una paleta de colores.

 Nosotras seguimos otra senda, vamos hacia el sur con destino a Cajamarca por la Sierra.  Nos despedimos con mucha pena de aquella muchacha tan simpática, independiente, libre y feliz. Se queda a pie de carretea dibujando el mundo sin importarle una mierda nada más.



Continuamos nuestro camino dejando atrás a la primera mujer que me encuentro en dos años y medio pedaleando el mundo que viaja completamente sola, y es Latinoamericana. Soy consciente de que hemos dejado atrás muchas otras cosas, un nuevo modelo de mujer independiente del siglo XXI que ya impera en el primer mundo y que predominará dentro de unas décadas en los países latinos. He aquí una mujer alfa adelantada a su tiempo.

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