lunes, 7 de julio de 2014

24 Junio. DESENGANO AMOROSO EN TANZANIA.

Fermin, sacerdote canario afincado en Nairobi de visita en Dar es Salaam ha sido mi único contacto con españoles desde que he pisado África. En mi recorrido por el este de este continente he conocido multitud de personas y personajes de todas las nacionalidades, especialmente alemanes, belgas, holandeses, británicos, australianos, americanos y, por supuesto, sudafricanos. Ni un latino. Algún japones solitario que otro con cara de haberse equivocado de sitio.

Por eso cuando acampo en las postrimerías del Karibu Hostel, en Moshi, no puedo evitar sentirme como en casa. El hostal lo fundaron hace siete anos dos españoles y es sede y hogar de voluntarios, sobre todo españoles, de la fundación Born to Learn, creada por los mismos compatriotas para educar a niños sin recursos de la región de Kilimanjaro, es decir, practicamente todos. En poco tiempo Joan, Nadia, Jose, Alisa, profesores en el proyecto, se convierten en mi pequeña y ansiada familia. Con ellos me deleito en el habla materna fluida, me permito escupir tacos a destajo para dar rienda suelta a mis emociones, utilizo sentencias con doble sentido, frases hechas, giros lingüísticos...por primera vez en cuatro meses. En estos momentos galleros descubres lo esencial de la comunicación verbal fluida en el ser humano.

Entre griterías, risotadas y algún que otro decepcionante partido de España en el Mundial de Brasil , vivo mi particular calvario interior de ansiedad por atracción sexual. Aparece cuando menos me lo espero como un alma errante con la sonrisa permanente en la boca y su olor propio. Dice que viene a ver a su amiga Alisa y yo no se que creer ante su halo de ambigüedad. Intento concentrarme en la lluvia que cae, atisbar el oculto Kilimanjaro entre las nieblas épicas, contemplar el esplendor efímero de otra tarde que se va para no volver. Pero mi mente vuelve irremediablemente a John, que se sienta a mi lado y me susurra al oído turbando mi voluntad.

Camino sin rumbo por Moshi intentando distraerme con alguna compra banal. No quiero verle mas porque se lo que me pasa por dentro y no puedo permitir que ocurra nada importante a estas alturas de la película. En una huida enmascarada intento disfrutar de mi paseo por el oasis de limpieza y orden en medio de la pobreza de África. Pero el control premeditado de mis sentimientos se me hace trizas cuando oigo una voz pronunciando mi nombre en el concierto del trafico. Es John que me llama desde un vehículo en medio de la parranda callejera. Mierda!.  

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