domingo, 5 de abril de 2015

18 Marzo. Noble Vagabunda. ESTADOS UNIDOS DE AMERICA.

Se hace tarde y debo acampar en una poblacion conocida como El Valle, a unos cincuenta kilometros del Parque Nacional Gran Canon (siiiiiii). Llego con el tiempo suficiente para montar la tienda aun de dia. Me cobran doce dolares por poner mi tienda en un parking sucio donde encima tengo que pagar un dolar por cinco minutos de ducha caliente en un bano asqueroso. Estoy empezando a cansarme de este pais. El camping se llama Flinstones y se presenta al mundo con la familia Picapiedra garabateada en enormes carteles apostados a la carretera. La nomenclatura de este lugar se ajusta a sus prestaciones, propias de los Homo Sapiens, en el Pleistoceno tardio. 

No se si es el cansancio, pero cada dia que pasa estoy mas decepcionada con los Estados Unidos de America. El camino ha sido arduo y literalmente cuesta arriba. La falta de comunicacion tambien ha hecho mella en mi espiritu algo desolado. La tarjeta SIM de la compania T-Mobile  que he comprado en el aeropuerto por 65 dolares  no ha funcionado desde Barstow, en Los Angeles,  y he pasado sin cobertura movil la mayoria del camino. Me resulta curiosa la ausencia de profesionalidad de esta compania que me vende una SIM supuestamente operativa en todo el pais y que no haya ninguna cobertura en el desierto de California y en todo el estado de Arizona. Esta es la primera vez en toda esta aventura que algo asi me sucede. Hasta en los lugares mas remotos de Mozambique tuve siempre cobertura con Vodafone, que es el operador movil lider en Africa. Y los mas sorprendente es que la cobertura era casi siempre 3G y si no lo recargabas por cualquier motivo, no te cortaban el servicio sino despues de semanas. Siempre pense que los norteamericanos estaba por delante en todo en esta vida... al menos eso es lo que nos vende Holywood, pero si de algo me ha servido este viaje es a desmitificar Norteamerica y a los Norteamericanos, al menos de esta parte del pais. 

Echo de menos Nueva Zelanda y sus entranables, timidos, amables hasta decir basta, hospitalarios y divertidos habitantes... En America te dan una patada en el culo un dia si y otro tambien con mensaje incluido: "Esta usted en America, Madam"...

Hasta llegar al Gran Canyon National Park me he sentido como una vagabunda entre los norteamericanos que me he encontrado, que me han tratado como una sin techo. Esta gente no entiende esta manera de viajar, de vivir el presente y conocer las entranas de los lugares. Perciben la bicicleta como un estorbo en la carretera y no sienten ningun respeto o admiracion por alguien que cruza el desierto a duras penas a golpe de padales con la casa a cuestas. Solo quieren sacarte la pasta y te largues y les dejes en paz. Ni siquiera se detienen mucho a conversar. Estan habituados a la rueda turistica de la Ruta 66 y no le sacan partido a la experiencia de ver pasar al viajero cargado de vivencias y experiencias unicas. El hastio les sale por la orejas mientras te miran con la indiferencia de un espiritu seco y quebrado por la soledad del desierto. 

Noto que me estoy empezando a deprimir porque me pesa el cuerpo, me duele mas la espalda y se me duermen las extremidades otra vez debido al Quiste Tarlov en la columna. Tengo que llegar cuanto antes al Gran Canon y cambiar de aires o muero de pena aqui.






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