sábado, 30 de mayo de 2015

26 de Mayo. Encontre La Paz...

Km 126 direccion Ciudad Constitucion - La Paz. Amanece entre la bruma que se evapora poco a poco con los primeros rayos de sol. A esta hora, hace mucho frio en el Valle de Santo Domingo, aun en el municipio de Comondu, en esta epoca del ano, a pesar de que el termometro reviente durante el dia. Me pongo en marcha sin comer y sin cafe porque la senora del Rancho Rosita no se ha despertado y  no me ha servido el cafe y los burritos que habiamos acordado el dia anterior. Ayer me ofrecio gentilmente su porche para acampar y ahi he pasado la noche sin pegar ojo gracias a los perros que cuidan el rancho, que no han parado de ladrar. No puedo esperar mas y agarro carretera. Quiero llegar HOY a La Paz cueste lo que cueste, aunque el viaje de 126 Kms pueda convertirse en una agonia bajo el impacto del sol mas poderoso que he visto hasta ahora. 

Y lo es. 

Pero el deseo de llegar, de alcanzar la meta, de conseguir mi reto de cruzar la Peninsula que alberga dos estados de Mexico banados por el Mar de Cortez, puede con mi sufrimiento fisico y las heridas de mi cuerpo dejadas por un viaje tortuoso, aun sin sanar, que van empeorando debido al bochorno del desierto. El calor es el peor antidoto para las llagas en las viles partes del cuerpo y, la bicicleta, el remate. 


Una hora y media despues de mi salida, paro en un solitario rancho, al igual que todos los ranchos de La Baja, para desayunar. Me acerco a una puerta desvencijada, como en todos los ranchos de la Peninsula, y asomo la cabeza en un cuarto oscuro con las paredes desconchabadas, con escasas y vetustas mesas y sillas, como en todos los ranchos de La Baja. Dos hombres salen a recibirme desde la penumbra. 

Uno viejo y otro joven. Les pido un par de tacos y un cafe negro friltrado y con azucar. Me preguntan que donde esta mi esposo, volviendo la cabeza hacia la carretera. Les digo que no tengo esposo. "Bueno, su amigo o companero para que le proteja" , espeta el viejo. "No necesito de un hombre en la vida que me proteja" le contesto. El viejo hace un mohin. Parece no comprender.  "Como mujer soy perfectamente capaz de salir adelante yo sola". El joven se va a hacer de comer mientras el viejo permanece junto a mi, observandome de arriba abajo, con la boca abierta. 

"Hasta donde va?" - pregunta. "Hasta el Fin del Mundo", le inquiero. No me despega la mirada y su boca esta aun abierta. "Y donde esta eso?" - cuestiona de nuevo. "En Chile" - contesto con desanimo de incomprendida. "Pues alla con los negros esos debe tener mas cuidado" - espeta. "Que negros?" - pregunto desconcertada. "Los salvajes esos de Africa" - me responde el viejo del rancho solitario perdido en el desierto de La Baja.

El trayecto a La Paz es durisimo debido, una vez mas, al extenuante calor y a la naturaleza de las estrechas carreteras, extendidas sobre montanas, que suben y bajan, sin puentes que las sostenga para allanar el camino; sube, baja, sube, baja, como en una pelicula del Coyote y Correcaminos. Las pendientes son un estertor, porque la carga suelda la cubierta de la rueda al alquitran hirviendo y se hace doloroso pedalear hasta la cima de los cerros en aquel horno de polvo y piedras.


Se me pincha la rueda trasera y debo retirar los panniers y desmontar la rueda para sustituir la camara. La broma me retrasa 45 minutos. Gajes del oficio. 

El agua se va acabando y no se a que distancia estoy de mi destino. Yo diria que me falta mucho. Consulto Google Maps pero no funciona porque no tengo saldo. Por que se agotara el saldo cuando mas lo necesitas? 

De subito recibo un mensaje de Telcel: "Felicidades! Tu recarga incluye navegacion gratis en Facebook y Twitter hasta el 20-07-2015". Un seguidor anonimo me ha recargado el movil en el momento en que mas lo necesito. No puedo creerlo ! Definitivamente... hay algo ahi que me esta protegiendo. Aun me quedan sesenta kilometros para llegar y solo tengo dos botes de agua bajo un sol de justicia. Obviamente debo racionarla al maximo si quiero llegar sana y salva a la capital de Baja California Sur. 

A las cinco y media de la tarde diviso la bahia donde descansa la Paz. Se me saltan las lagrimas. Estoy agotada pero la emocion me embarga y pedaleo energica el resto del trayecto. Siento que la bicicleta va sola. He llegado viva y no me lo puedo creer. 

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