viernes, 29 de mayo de 2015

23 -24 de Mayo. Sola en el Manglar.


Me da mucha pena despedirme de Janet y de Bruce. A las siete de la manana pongo rumbo a Ciudad Constitucion desde Loreto, un periplo que me llevara dos dias. Los cuarenta kilometros que hay entre Loreto y la Playa de Ligui se me hacen ligeros pese a las multiples pendientes. No hay un trayecto en esta peninsula que se libre de los tiovivos!. 

Disfruto del viaje y las posaderas, mucho mas recuperadas, me molestan solo ligeramente. El amanecer en estas latitudes es un caleidoscopio de colores. El mar se tine de cobre y el desierto de sombras salpicadas del verde de los cactus. La arena blanca de las playas se funde en un abrazo de ternura con el agua turquesa que la acaricia constantemente con delicadeza. La costa es abrupta y regala vistas privilegiadas sobre el Mar de Cortez. 

Mi plan es pasar la noche en la Playa de Ligui, integrada en el Parque Nacional Bahia de Loreto, la mayor reserva ecologica marina de Mexico. Un oasis natural que regala frondosidad y frescura en las proximidades de Puerto Escondido. Compro una garrafa de agua de cuatro litros y la cargo sobre el manillar haciendo equilibrios sobre una camino de arena que conduce hasta la playa desierta. Me adentro en el area costera junto a la zona de manglares. La belleza de la marisma me encoge el alma. Cientos de especies de aves se refrescan en sus aguas donde se mezcla el agua dulce y la salina, que se cubren de cobre con la puesta de sol. De vez en cuando,  la quietud que impera en el ecosistema se quiebra con el salto de una lisa traviesa (lebrancho en mi tierra). 

A orillas del mar la arena se cubre de rastrojos arrastrados por el ultimo huracan, el maldito Odine, que tanto dano causo por estos lares.  Numerosos esqueletos de pez globo espinoso  invaden el area y tengo que extremar la precaucion para no pincharle una rueda a Susan Sarandon. Encuentro un tronco seco grueso y enterrado en la arena, a cincuenta metros del agua, que convierto en mi campamento base. Recuesto a Susan contra el, agotada de arrastrar cincuenta kilos de peso por la arena empenada en tragarse a mi companera. No hay absolutamente nadie en el area y los humedales a mi alrededor me protegen de cualquier intruso. Me arranco la ropa y corro a zambullirme en las tranquilas agua de Ligui, acariciadas por una suave brisa. El calor es extenuante. 

Tengo que protegerme del fortisimo sol y decido construir una mini palapa a orillas del mar. Durante aproximadamente una hora busco troncos, ramas y tallos de hojas de palmera traidos por el tsunami que provoco Odine. Acopio todo lo que necesito para el resto del dia y me refugio a la sombra de mi palapa que descansa justo antes de la linea de la maxima marea. La sombra y la brisa me relajan y me quedo dormida. 

Cuando despierto el sol ha dejado de abrasar y aprovecho para montar el campamento. La paz en la marisma es maxima. El sol hace ademan de ponerse y el mar se calma hasta tal punto que parece una superficie acristalada y opaca. Los humedales son espejos rojizos donde las aves beben con alivio de sus aguas salinas. Cuando termino de cocinar el cielo se cubre de constelaciones tan nitidas que podria divisar a los habitantes de cualquier planeta. 


Tengo un hambre atroz y devoro los nuddles con atun en un santiamen. Despues ataco las ciruelas secas de Idaho que me ha dado Janet en Loreto y la oscuridad lo invade todo ante la luna nueva. Duermo como los delfines, con un ojo abierto, pero no para respirar, sino para estar alerta, por si acaso. Es el inconveniente de acampar sola 'outdoor'. 

A las cuatro de la manana me siento lo suficientemente descansada y me pongo en marcha para salir con la primera luz del dia. Hace frio y me abrigo mientras hago las maletas una vez mas despues de un ano y dos meses. Me tomo media hora para desayunar bien y cocino pasta con atun, que acompano con medio litro de agua con suero oral disuelto. A las seis y media estoy pedaleando hacia Ciudad Constitucion. 

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