martes, 23 de junio de 2015

14 - 15 de junio - La Vela Bike

Despues de mas de dos semanas esperando un intervalo libre de huracanes, me embarco el domingo 14 de junio en el velero Cactus hacia Mazatlan. El capitan, Rodrigo Parra, de origen chileno, planea arribar a puerto en un plazo maximo de dos dias. He anulado mi billete en ferry a ultima hora porque Rodrigo me ha llamado un dia antes de salir; casualidades de la vida. 

Llevaba quince dias esperando a la llamada del destino, despues de colocar excepticamente sendos anuncios en los tablones de avisos de dos marinas de La Paz. Sin muchas expectativas, porque en epoca de huracanes nadie se aventura a poner su embarcacion a merced de los impredecibles huracanes. Estos bailotean caprichosamente por el Mar de Cortez desde Abril hasta Septiembre y su trayectoria es tan impredecible como la respuesta a una pregunta sin sentido. 

Pero Rodrigo  lleva la aventura en la piel, al igual que yo. Sin mucha experiencia en trayectorias transoceanicas, y sin excesivas horas al timon, decide poner rumbo al eje turistico de Sinaloa, jugandoselo todo a una carta en medio de dos ciclones: el Blanca y el Carlos, confiando en tener tiempo suficiente para arribar a tierra ante la lentitud de avance de Blanca, que camina despacio a mil millas del suroeste de Mexico hacia la Peninsula de Baja California. 

Cuando lo conozco, Rodrigo, de 40 anos, rubio y de ojos azules, me parece el hombre de mar mas caballeroso del mundo. Su inteligencia es notable y durante nuestra primera conversacion, en la que esta presente mi amiga Tuly,  hace arrojo de poseer grandes conocimientos en nautica y en todo lo relacionado con la tecnica de la embarcacion. La nave, un velero de doce metros construido en los anos ochenta,  la acaba de adquirir hace un mes en La Paz para navegarla en solitario hasta Chile, su pais natal. No obstante, reconoce que una travesia transoceanica es mejor hacerla acompanado, razon por la cual "estoy en el mismo barco". 

Debido al gasto perpetrado, el pertrecho a bordo es el justo y los lujos son una quimera. Como avituallamiento, portamos en los tambuchos de la cocina arroz, pasta, dos cebollas, tomates, limones, tres manzanas, una col, yogur, hielo, lo justo de agua potable, aceite, dos dedos de whisky, suero en polvo, una docena de huevos, atun en lata y frijoles en lata. Por fortuna, aun cargo en mis alforjas un poco de cafe (aunque, de haberlo sabido, me hubiera traido azucar, chocolate y otras chuminadas). Esperamos estar en alta mar no mas de 48 horas. 

Zarpamos el domingo por la manana desde la Marina de La Paz. Me despido con mucha pena de mis dos amigas y companeras de aventuras y andanzas en la capital de Baja California Sur, Tuly Arce y Gabymar Pedrin. Con ellas he pasado momentos inolvidables en la amable ciudad y, creo yo, no nos ha faltado nada por hacer: paddle, ciclismo, running, nadar con el tiburon ballena, snorkel en Balandra, cenitas ... y no hemos hecho mas porque el termometro ha superado los 40 grados la mayor parte de los dias, que si no...

Ponemos rumbo a Mazatlan y desplegamos la vela mayor y la genova con una ligera brisa que nos acompana por la manana y nos permite navegar con 3 nudos de velocidad media. Por la tarde el viento cesa y la mar se queda en calma. Ayudo al capitan en todo lo que puedo a bordo. Reconozco que mi potencia muscular de cintura para arriba ha decrecido vertiginosamente en el ultimo ano en bicicleta. La musculatura que tenia en brazos y pecho, debido a que practico surfing casi a diario en Gran Canaria, mi tierra natal, ha desaparecido merced al dominio del ejercicio de piernas a diario. Comparada con Rodrigo, de gran corpulencia y acostumbrado a los trabajos fisicos, parezco una chinita. Creo que hasta tengo menos pecho. 

Rodrigo me ordena bajar la mayor y me cuesta sudores. Dios! No tienes nada que haya que hacer con las piernas, Capitan? Pero no, hasta cocinar exige el empleo de brazos y manos. Cuando vamos a hacer  nuestra primera comida juntos, descubrimos que no hay gas en la bombona. Rodrigo maldice al que le vendio el barco y exclama: Te aseguro que cuando lo compre habia una bombona llena de gas ! 

No se que vamos a hacer con tanto arroz y pasta y sin fuego para cocinar durante dos dias. Fuego? Pues claro!! Tengo una cocina de petroleo en las alforjas! Extraigo la cocina de la alforja delantera de la biciclera, destinada a los alimentos, y reparo en que esta vacia. Malas noticias Rodrigo: no llevo combustible. Crees que podemos sacar un poco de gasoil del motor? Rodrigo duda pero al cabo de media hora espeta: "Ya se como hacerlo"

Extraemos un poco de gasoil para llenar la botella metalica de la cocina portatil multi- combustible. Cocino en la banera del barco para no provocar un incendio con la larga llama que genera dentro de la embarcacion. A escasa velocidad, el barco es una autentica cascara de nuez a merced de las olas y hago equilibrios para mantener la sarten en el quemador y evitar que la comida se desparrame por todos lados. Pasta con verduras y chile. Comemos a gusto bajo la capota que nos libra de un sol de justicia mientras avanzamos a paso de tortuga, sin viento. Cuando terminamos de comer, Rodrigo decide poner el motor en marcha para ganar unas cuantas millas. Pero el motor no enciende. 

Al extraer el gasoil le ha entrado aire a la bomba de arranque. Vaya faena! Y ahora que hacemos? Pregunto al Capi que me mira con aire de preocupacion. 

Pero Rodrigo es un cuatro por cuatro y arregla el desperfecto en una hora, mientras yo vigilo el timon. Entra y sale de la cabina con herramientas y sudando a chorros concentrado en su proposito mientras observo a las ultimas gaviotas que giraran en torno al palo mayor en un par de dias, como si despidieran al Cactus para siempre. 

Una vez resuelto el entuerto, navegamos 'sin viento en popa y a todo motor'. Al anochecer, el viento arrecia y el mar se pone malo. 'Creo que se avecina un temporal', inquiere Rodri. 'Vamos a tener que preparar el barco para la noche y para el temporal'.

Las olas comienzan a hacerse notar y el barco da brincos como un caballo desbocado. 'Vamos a aprovechar el viento para avanzar', espeta el Capi. Subimos la mayor y desplegamos la genova, que gracias a Dios viene con enrollador. Pero la intensidad de eolo nos hace escorar demasiado y volvemos a bajar la mayor para no arriesgarnos, pues Rodrigo aun no conoce mucho el barco. 

Navegamos con la genova y a veces llegamos a 5 nudos. El mar empieza a enfadarse, al igual que mi estomago. Hago lo que puedo para no estar demasiado tiempo dentro de la cabina y marearme. En la cubierta se llevan mejor las tormentas. Rodrigo me da instrucciones en caso de abandono del barco y nos ponemos de acuerdo sobre quien lleva el que y donde esta guardado todo para que en caso de hundimiento nos de tiempo a sacar lo indispensable para sobrevivir en el dinghi. La radio VHF no  sirve para nada a tantas millas de la costa si no hay una embarcacion cerca y encima esta algo rota y no hay escucha, por lo que la incertidumbre, en caso de necesitar rescate, se cierne sobre nosotros. 

Tampoco tenemos cobertura movil ni internet para consultar el parte meteorologico. No sabemos si la tormenta es Carlos adelantandose a su tiempo. Pero contamos, afortunadamente, con un telefono satelital, y Rodrigo llama a su esposa en Santiago de Chile. Carolina nos da el parte meteorologico y nos tranquilizamos al saber que esta tormenta no tiene nada que ver con el inminente huracan. 

Rodrigo esta nervioso y concentrado. Le cambia el caracter y se vuelve un poco despota. Procuro entenderle por lo que estamos pasando y la responsabilidad que acarrea, pero me toca las narices cada vez que se dirige a mi gritandome y no me deja en paz ni un segundo. "Alcanzame esto y lo otro". No he terminado una cosa y ya me manda a hacer otra. Cuando desaparezco un segundo ya me grita para que haga algo diferente. Me estresa. Entre su actitud y la incertidumbre de que pasara me agobio enormemente. Procuro mantener la calma y ayudo todo lo que puedo. 

A la una de la manana el hiperactivo Capi se rinde y ya no puede mas. Se va a dormir y me pone al timon. El pobre hombre lleva dos dias sin pegar ojo preparando y navegando el maldito barco. Con olas de seis pies y fuerte viento me quedo en la cana pero pongo el piloto automatico. Vigilando el rumbo y el radar para que no nos embista ningun carguero me pongo el chaleco salvavidas por si salgo despedida por la borda. Hacia tiempo que no me sentia tan agotada y desbordada. Ya me he acostumbrado al movimiento del barco y no siento mareo. Lo que tengo es un sueno y agotamiento extremo. Vaya dia de mierda! 

Me sostengo los ojos para que no se me cierren. La fatiga me invade y sustituyo el asiento del capitan por uno lateral de la banera de popa. Me siento y subo las piernas para descansar. Se me cierran los ojos... Pero, cada media hora, como por arte de magia, me pongo de pie de un brinco y compruebo que el rumbo sigue a 180 grados y en el radar no haya ni un puntito. Todo bien. Otra vez a intentar no cerrar los ojos... otra vez se me cierran... asi hasta las 3 de la manana. Me quedo dormida y a las 4 me despierta "Don Ronquidos Espectaculares" para el cambio de guardia. 

No le doy ni las buenas noches al chileno. Corro a mi coneja y me quedo profundamente dormida, pese al ruido del motor y a las sacudidas del Cactus, que me lanzan contra la pared de fibra. Por la manana me despierto y compruebo que no se trata de una pesadilla, que todo es real y que sigue la marcha.  Preparo cafe frio y ambos le damos sorbos con cara de asco y de resignacion, ya que solo cocinamos a mediodia para no arriesgarnos a incendiar la nave. 


Me ofrezco para sustituir al Capi en la cana pero declina mi oferta. Dice que de dia le cuesta dormir. Y ya lleva seis horas en la cana, el campeon !!  Aprovecho que navegamos a motor aun para darme un bano en la proa a baldazos de agua salada. Que bien sienta!. El mar se ha tranquilizado y es un espejo y el buque de vela va dejando un rastro de valses por entre la fragancia del salitre y el aceite de motor. Exultante, me siento en la proa a disfrutar de la dicha de flotar sobre un mar de vidrio.

Una numerosa manada de delfines nos escolta buena parte del camino. Parece que compiten en la proa para ver quien llega primero a meta. Les canto canciones de Gloria Estefan colgada de la proa mientras les grabo con la Go Pro. Casi los toco con la mano. Cada vez son mas. Algunos saltan a lo lejos. Es una manada muy grande. Se cruzan en nuestra trayectoria y dan vueltas sobre su eje como pendulos. 


Creo que estan disfrutando mas que yo. Cuando dejo de cantar desde mi balcon de mar, algunos se retiran para sumarse de nuevo cuando entono otra melodia desde el limbo de la gloria. Me siento tan feliz ante este nutrido grupo de mamiferos acuaticos enloquecidos. Casi una hora despues, desaparecen para siempre. 


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