miércoles, 29 de julio de 2015

28 de Julio. Ese momento en el que te tiras en la cama del motel, hasta los ovarios...


Estamos agotadas y nos demoramos una eternidad en cualquier cosa. El spring del dia anterior nos ha dejado huella. El resultado es que empezamos a pedalear a las nueve de la manana el dia de mas kilometraje del rutometro hasta Villahermosa. Como era de esperar, a mediodia nos cocinamos a fuego lento en la autopista de cuota a Acayucan.

 La Odisea se prolonga mas de lo normal debido al cansancio, al extenuante calor y a la humedad tan extrema. Para mas inri, el terreno se hace montanoso a medida que nos acercamos a Acayucan. Me recuerda a la epopeya de La Baja. Subidas y bajadas kilometricas a modo de tiovivo. Solo cambian el paisaje y la humedad. Las lagunas y los rios se hacen constantes. A mediodia no puedo respirar y mi cuerpo se calienta tanto que estoy a punto de desmayarme.


Nuestro sufrimiento merma nuestros animos y Marika y yo ni nos miramos. Cada una pedalea por su lado. Nos evitamos porque ambas estamos a punto de matar a alguien, y no queremos hacernos dano mutuamente... jaja. 

Cada vez nos esperamos menos y la distancia se hace mas grande entre nosotras. Tanto sufrimiento te vuelve autista, insociable. No quieres abrir la boca porque lo unico que puedes decir que es quieres que todo se acabe, que quien demonios te mandaria meterte alli, que que jilipollas somos, que como se nos ocurre pedalear a esas horas los peores meses del ano, que hay que ser ignorante, que si te levantaras mas temprano esto no pasaria.... no quieres pronunciar palabra y prefieres tragarte las quejas para no desanimar a la companera, que ya carga su propio viacrucis y, probablemente, su particular retahila de improperios contra el mundo y contra ella misma.


Se me duerme la pierna cuando ya vemos Acayucan, despues de 120 kilometros de agonia. No me siento el pie, pero no pienso dejar de pedalear hasta que lleguemos a un punetero hotel de mala muerte y tire la bicicleta hasta el dia siguiente. El tumor en mi columna vertebral se ha llevado la peor parte del fatidico dia de hoy. Encontramos un buen hotel, muy barato, con Wifi y AC. Es el premio a la jilipollez. Marika no habla. Se sienta en un desvencijado sillon a la entrada del establecimiento con la mirada perdida, sin mediar palabra. Alli permanece mas de media hora. La dejo y cargo mis cosas con desidia hasta el piso de arriba. No puedo con mi alma. Mas bien lo arrastro todo, hasta los pies. Marika sigue mirando el horizonte...

Las ultimas imagenes del dia que recuerdo incluyen un salto de tigre sobre mi cama y  un antojito mexicano al estilo Veracruz entre mis dientes devorado con hambre de tiburon blanco. 

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