lunes, 20 de julio de 2015

7 de Julio. Lagrimas de alegria y dolor.

Desde Atlacomulco el mundo cambia a mi arededor. Me veo obligada de subito a cambiar el chip de Heidi correteando en los Alpes suizos por el de Han Solo en la Guerra de las Galaxias y esquivar vehiculos como en un videojuego. La musica del movil que escucho a traves de mis auriculares, solo cuando el arcen es tan grande que no tengo que preocuparme de que me embista una bestia con ruedas,  me ayuda a relajarme. Mi concentracion en la carretera es tal que se me olvida que me pica todo el cuerpo debido a los sarpullidos por intoxicacion alimentaria.

 Esto es peor que el Calvario de Jesucristo. Y luego dicen que somos el sexo debil. Las mujeres aguantamos carretas y camiones y seguimos adelante sin mirar atras. Hay estudios cientificos que afirman que las mujeres aguantamos un 30% mas de dolor que los hombres. Por eso sobrevivimos a un parto. Nuestro umbral del dolor es mayor, sobre todo en aquellas mujeres que ya han dado a luz, que no es mi caso. Aparte del hecho natural de dar a luz, las mujeres tambien sufrimos mas dolor fisicamente en nuestra vida diaria, por lo que estamos mas acostumbradas a soportarlo. Dolores menstruales, alto porcentaje de migranas, ..

El goteo de vehiculos transitando agresivamente es el pan nuestro de cada dia durante los dos dias que me lleva llegar a la capital de este increible pais. Tengo la sensacion de que un ligero error me puede costar la vida, asi que no retiro la mirada del espejo retrovisor y estoy en estado de alerta las siete u ocho horas que pedaleo, sobre todo por el paso temerario de transportes publicos de aspecto tercermundista

Desde Toluca de Tena el trayecto es un infierno y estoy a punto de sufrir una crisis nerviosa. Cuando veo los primeros rascacielos de Mexico D.F. no me lo puedo creer y se me saltan las lagrimas. No llores aun, Cristina, todavia no has llegado. Es  verdad.... no puedo lanzar campanas al aire antes de que llegar con vida a la Colonia Condesa, donde me espera mi amigo espanol Pedro Galiana.

Cualquier error mio o ajeno me puede costar la vida en este valle de locura de acero y chatarra. Pero no puedo evitar llorar y las lagrimas no me dejan continuar. Busco un lugar seguro en la cuspide de los altos edificios y aparco a Susan mientras me deshago en lagrimas con una nina junto a mi companera  de Viacrucis, ante el asombro de los demas conductores. Gracias Dios mio por ayudarme a llegar aqui con vida. Cada dia soy mas consciente de que hay alguien que me esta ayudando, porque no puede ser verdad que haya llegado aqui por mi propio pie.... no puede existir tanta suerte en el mundo. `

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