lunes, 10 de agosto de 2015

6 de Agosto. Encuentros en la Sierra Madre de Chiapas.


Estoy salvada! Acabo de recuperar mi documentacion y dinero en el hostal Yaxkin de Palenque, tras una pedaleada extenuante de regreso desde Chable. Nunca me olvido de nada porque preparo metodicamente el equipaje la noche anterior a un viaje, procurando dejar a la vista elementos cruciales como pasaporte, dinero y tarjetas, herramientas, luces, kit de reparaciones, comida energetica, agua mezclada con sales... y todo lo que no se me puede quedar atrás, clasificado por orden de importancia, sobre el suelo o sobre una mesa. Pero esta vez me he fallado a mi misma. Espero que sea la ultima, porque si pierdo mi documentacion me vere metida en un problema que podria llevarme dias y hasta semanas resolver.


Agotada por el esfuerzo fisico que acabo de hacer (mas de 100 kms desde Chable) y abatida por el calor humedo de la tarde, me apresuro a coger el primer transporte de pasajeros que lleve a Ocosingo. Apretujada en la parte de atrás de una vieja furgoneta blanca, me balanceo junto a los pasajeros al compas de las interminables curvas, en una angosta carretera que cruza la Sierra Madre de Chiapas. Junto a mi se sienta una familia entera de indigenas residentes en Temo, una poblacion cercana a Ocosingo. Hablan en quiche, una de las lenguas mayenses hablada por miembros de la etnia quitche, originaria de Guatemala, y que tiene presencia en el sureste de Mexico a causa de la migracion de refugiados a este pais durante el periodo del genocidio maya en los anos ochenta.

 Intercambiamos algunas impresiones en espanol y en media hora toda la familia – los padres y dos ninos pequenos – se queda profundamente dormida con la cabeza a merced de los bandazos del mini autobus colectivo.


Estoy atenta durante todo el viaje a la carretera por si nos cruzamos con Marika. No hay arcenes y parece haber bastante trafico. Ademas, las pendientes ascendentes estan presentes durante todo el serpenteante trayecto por la mayor cordillera de Centroamerica. 

El paisaje me roba el alma. De las selvas medianas de Palenque hemos pasado es cuestion de una hora a bosques de niebla y encinos, el bosque humedo de la Sierra Madre de Chiapas. Cientos de casas de pobres se asientan en la orilla de la carretera y, en sus fauces, los indigenas venden frutas, agua, gasolina y cualquier producto que puedan necesitar los viajeros. La pobreza es la nota dominante en estas latitudes pobladas por descendientes directos de los mayas que conservan aun su vestimenta y tradiciones.

 Atravesamos escarpadas montanas y cruzamos precipicios salpicados de cascadas que quitan la respiracion. Pasan dos horas y media y la temperatura desciende drasticamente. Comienza a llover y pienso en lo duro que debe haber sido para Marika pedalear por aquí. Ya llevamos unos setenta kilometros y aun no la he visto. A juzgar por la hora, no debe esta muy lejos, teniendo en cuenta su habitual rapidez sobre los pedales. En la furgoneta quedamos pocos. Hablo con el conductor y le pregunto si seria posible rescatar a la letona del infierno, en caso de que haya espacio tambien para su bicicleta. Asiente sonriente. 

Pido disculpas al resto de los pasajeros y les informo de la situacion. La lluvia se hace mas abundante y unos veinte kilometros mas arriba son los propios pasajeros quienes me gritan que hemos encontrado a Marika!. Cuando el conductor se dispone a adelantarla, saco la cabeza por la ventanilla y grito: “Vamos, mueve el culo Marika”!!. 


La letona nos mira primero como si hubiera visto un fantasma y a los pocos segundos comienza a gritar “I can't believe it!!” Esta empapada y tiritando. Nos damos un fuerte abrazo entre gritos y risas. La cabrona no se quiere subir a la furgoneta. Esta empenada en llegar a Ocosingo hoy por su propio pie. Pero le hago entrar en razon. Con toda seguridad le va a caer la noche encima, pues aun restan unos 40 kilometros, la mayoria cuesta arriba. La acabo convenciendo y en un cuarto de hora volamos hacia Ocosingo como alma que lleva el diablo.



Pero en Temo hay un piquete y nos hacen bajarnos del autobus. Los campesinos han cortado la carretera en protesta por sus salarios y no dejan pasar ningun vehiculo. Falta poco para que se encienda la luna y no queremos que nos agarre la noche en esta zona de caras poco amables. Armamos las bicis y nos apresuramos a atravesar los piquetes de indigenas que nos lanzan todo tipo de improperios. Hacemos caso omiso pero estamos alerta por si acaso. Desde Temo a Ocosingo hay 20 kilometros de pendientes y solo restan escasas dos horas de luz. Llegamos a Ocosingo exhaustas tras un dia infernal. Estoy completamente destrozada. Celebramos el triunfo con unos ricos tacos de chorizo y pastor y una cerveza Modelo de lata helada que nos baja por el gaznate con la fluidez del piston en el cilindro...

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