domingo, 26 de octubre de 2014

20 de Octubre. 12 horas en el Tibet. Capitulo 1. BIRMANIA.

Myanmar seria el país perfecto para pedalear si no fuera por sus locos conductores.  Sus angostas carreteras semi-asfaltadas sin arcenes son embudos por donde circulan a la velocidad de la luz camiones y autobuses que invaden el carril contrario agresivamente, sin tener en cuenta a los vehiculos que circulan en sentido contrario. El trafico en direccion a Thaton es incesante. En una ocasion veo que un autobus invade mi carril y me quedo petrificada mirando como el conductor se dirige hacia mi a gran velocidad y si no me tiro a la cuneta me hubiese pasado por encima y se hubiese quedado tan fresco.  No me explico como pueden los seres humanos cambiar tanto al volante en un pais con una extremada presencia del budismo, religion que promulga la no violencia. Como curiosidad, en Birmania hay unos 400.000 monjes budistas, 6.000 viharas y numerosisimas pagodas. Para entendernos, levantas una piedra, y sale un monje budista.
Sin contar el turbio capitulo del trafico, que me impide relajarme ni un segundo en la carretera, lo demás me enamora cada día mas. Caras pintadas de sonrisa perenne, miradas furtivas de ninos con aura angelical, la educación y el respeto que te muestra la gente, la limpieza, pacificas aldeas de palafitos asoman entre junglas atravesadas por el ruido del asfalto. Seres humanos entregados siempre al trabajo con sombreros en cono. Pobreza por doquier y economía de subsistencia. Por primera vez desde Africa la mujer exhala cierta independencia del hombre. Algunas trabajan el campo solas o en un grupo, y no llevan lo niños colgando a todas partes. Los hombres también se hacen cargo de los niños. Me congratula contemplar como ambos se reparten las tareas, sin tregua, siempre trabajando como hormiguitas.
Al caer la tarde comienza el hormigueo incesante en la pierna izquierda, síntoma inequívoco del quiste Tarlov en la columna vertebral que me detectaron en Nepal,  clara señal de que debo parar. Además, arrastro agotamiento tras el sobreesfuerzo realizado ayer al pedalear por escarpados montes para visitar la Kyaiktiyo Pagoda, impresionante monumento religioso Patrimonio de la Humanidad. De nuevo no encuentro un "GH" (Guesthouse) y los margenes de la carretera están atestados de casas y de gente, situación poco propicia para pretender alejarse tierra adentro sin ser vista. Además, anoche me entere que a un australiano que acampaba en la zona le robaron todo el equipaje mientras dormía, por lo que decido postponer la acampada para tierras mas despobladas. Me detengo a un lado de la carretera para pensar en una estrategia, porque la noche es inminente y pedalear en la oscuridad por aquellas estrechas vías, exentas de alumbrado publico, circuito de carreras de camiones, no me seduce demasiado. Mientras reflexiono, resignada a un posible pedaleo nocturno como única opción viable, advierto que me he detenido ante un monasterio budista. En Myanmar los monjes siempre te dan alojamiento si lo solicitas, por eso son un dolor de cabeza para el gobierno, que no puede prohibirles oficialmente alojar a turistas. Así que sin pensarlo demasiado, me introduzco dentro de aquellos misteriosos muros de arquitectura oriental con Roberta bajo mis piernas.
Nadie sale a mi encuentro en aquel monasterio fantasma. Avanzo por el amplio patio sembrado de papayos. Junto a un ala del conjunto de inmuebles, a doscientos metros,  veo a un monje con la cabeza rapada y una túnica rojo burdeos fumandose un pitillo y barriendo. Lo llamo a gritos, pero no me oye o se hace el loco y desaparece.  Desde otro edificio sale otro monje y se aproxima. Le pido alojamiento en ingles pero no entiende ni una palabra. Entonces le hago el gesto internacional para "dormir" juntando las palmas de las manos debajo de mi oreja   y lo pilla enseguida respondiendo sin tapujos que si. Es de mi estatura y lleva una túnica burdeos  enrollada en la cintura y pasada por el hombro, descalzo y cabeza rapada.
Me dice que aguarde un momento y regresa con un monje anciano. Parece el jefe de la "tribu". Este habla algunas palabras en ingles y esta permanentemente riendose. Me señala el templo todo el tiempo pero no le entiendo bien... "Que dice? Quiere que vaya alli? I don't understand you, gentleman.  Me coge de la mano y me arrastra hacia otro sector al tiempo que pronuncia "swimming, swimming". Se van uniendo mas monjes a la fiesta. Murmuran entre ellos y estallan de vez en cuando a carcajadas. Me conducen a una estancia semiabierta con una gran piscina en el centro y el prior me hace señales para que me asee allí, recogiendo el agua en un bol y echandomela por encima. Me dejan sola y procedo a ducharme al estilo monje budista con la ropa puesta porque, aunque hay poca luz, estoy a la vista de todos. Que bien me sabe la ducha. Ya de paso me llevo también lavados los mallots. Me pongo el pijama y vuelvo al encuentro de los monjes risitas.

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