miércoles, 14 de octubre de 2015

12 - 13 de Octubre. La Felicidad (A las puertas de Managua)

El lunes 12 de Octubre pedaleamos desde las playa de Las Penitas hacia Leon para probar a la letona. Tengo miedo que no supere la prueba, pues ayer tarde aun se tambaleaba entre las telaranas de este virulento virus de la Chikungunya. Pero cuando Marika Latsone se sube a la bicicleta se transforma y ya no la vuelvo a ver. Le grito “Marikaaaaaa.... donde carajo vas? Esperame !!!” porque no quiero que pedalee sola por si acaso, pero la ex-sovietica no me oye o no quiere oirme y coge vuelo. Es increible como la bicicleta puede cambiar tan rapidamente nuestro estado de animo en cuestion de segundos. De repente Latsone ya no se siente miserable y sombria tras estar postrada durante casi dos semanas en una cama. De repente la letona tiene alma y se siente libre y feliz dejando tras de si un relente de polvo en el silencio del mundo.



Llegamos a Leon temprano y nos apresuramos a instalarnos en el hostal de un joven de Huelva, el Malinche. El sitio no es nada del otro mundo pero es muy barato y esta extremadamente limpio, peculiaridad comun a todos los establecimientos gestionados por europeos. Por el camino conocemos a tres bike-packers mexicanos y a un backpacker argentino que ya le ha dado la vuelta al mundo dos veces a dedo durante tres anos y ahora a decidido que “ya es hora de volver a casa” (Gonzalo Cazenave: facebook/g_cazenave1@hotmail.com).

Los cuatro son un soplo de aire fresco en un pais donde la sonrisa y la amabilidad brillan por su ausencia y los habitantes se dirigen a ti como un “gringo” a quien hay que sacarle los “dolares” (situacion que se da en toda Centroamerica). Conversamos animadamente todos y disfruto de nuevo de la simpatia mexicana, que ya echo tanto de menos a estas alturas. La letona y yo tenemos que marchar porque hemos quedado con dos espanoles, Sara y Alberto, para almorzar, pero me hubiera gustado seguir departiendo con aquellos chicos con aura de plenitud y miles de anecdotas en la mochila.

El martes 12 de Octubre nos retrasamos una hora y comenzamos a pedalear a las ocho de la manana, cuando falta poco para que cualquier ejercicio fisico se convierta un infierno en la selva de los mosquitos bajo el sol amenazador y la humedad relativa del aire aranando el 100%. Tenemos que superarnos en este aspecto de la ruta. Aqui amanece a las cinco y media de la manana y es la hora ideal para comenzar la etapa porque a las once ya estas en tu destino y te libras del purgatorio del mediodia y del infierno de la tarde.


Pero cuando se nos echa encima el dia sin dios a las doce del mediodia, llevamos a cabo desde Guatemala lo que hemos bautizado como la “Operacion Ice Cream” para aguantar el viacrucis. Se trata de parar cada quince kilometros para alegrarnos el alma con un helado de chocolate y nata que nos enfrie las tripas durante una hora. Pero, nuestro gozo en un pozo. Intentamos llevarla a cabo sin éxito. La “Operacion Ice Cream duro hasta El Salvador, y es inviable en Nicaragua porque aquí normalmente no hay “na de na” en la carretera y tampoco es que esta gente sea muy amannte del Ice Cream. En cambio adoran el “hot dog” y pronto beatificaran a la hamburguesa. Tampoco es facil encontrar comida local – mision mas bien imposible en El Salvador y Nicaragua – y entre los perritos calientes, las hamburquesas y el pollo rebozado frito con papas los niveles de obesidad en el pais son notorios en adultos y ninos.



A medida que nos acercamos a Managua el trafico es abundante y el trasiego de trailers incesante, por lo que no disfrutamos mucho de la pedaleada. Dormimos a las puertas de Managua, en Ciudad Sandino, tras sufrir grandes problemas para encontrar un lugar para dormir que se ajuste a nuestro presupuesto. Todo lo que hay desde Nagorote, a unos 50 kms de Leon, es increiblemente caro y de una calidad tan baja que asusta. Nos arrepentimos de no habernos quedado a pasar la noche en Nagorote con un frances, Cyrille Sangovard, que pedalea desde Mexico a Colombia y que hemos conocido en la carretera y que opta sabiamente por quedarse en Nagorote, en cuya entrada descansa el anuncio de un Hostal para mochileros. A partir de ahora tendremos en cuenta que Centroamerica es muy caro y que no podemos arriesgarnos mucho a la aventura de buscar cualquier hotel cuando llegamos a un pueblo porque la broma puede salirnos muy cara. Si observamos algo barato antes de nuestro destino, debemos agarrarlo y no soltarlo.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario