
Ese momento en el que estas lista para partir y caminas con tu bicicleta a la puerta de salida, feliz porque vas a abandonar el antro donde te has quedado, emocionada por la aventura que acecha, y descubres que se te ha pinchado la rueda, probablemente desde ayer... ese momento no tiene precio!
Nos hemos levantado tempranisimo para estar pedaleando a las seis y el destino me pone la zancadilla, senal de que una no siempre puede controlar lo que ocurra, por muchos planes que esbocemos en la pizarra de la vida.
Pedaleamos hacia Managua desde Ciudad Sandino con la manana entre brumas tristes, pero una ligera lluvia nos alegra el camino. El trafico se va haciendo mas insoportable a medida que nos acercamos a la bestia llamada Managua, la intransitable capital del pais. La atravesamos a duras penas por la Panamericana, sorteando millones de vehiculos y conductores locos.


Despues de cuarenta kilometros hacemos noche junto al Volcan de Masaya y volvemos a madrugar para no volver a salir a la hora esperada, las seis de la manana, sino a las siete y media – asi es la vida – con destino a Rivas, la ultima poblacion antes de la frontera con Costa Rica, pais que ansiamos conocer.
En esta parte del camino extremamos la precaucion porque el trasiego de trailers es incesante y la carretera ligeramente estrecha y con arcenes enanos.

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