martes, 17 de mayo de 2016

13-15 Mayo. Mi País Número 23 !!! (De Pasto a Ecuador)

Fotos Marika Latsone
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Fotos Marika Latsone
La gente de San Juan de Pasto es de la más amable de Colombia. Pasamos unos agradables dias bajo el amparo de Fernando y Liliana, nuestros anfitriones en la capital de Nariño, la úitima gran urbe antes de Ecuador. La prensa de Pasto se interesa por mi proyecto y me entrevista Wilson Moreno de la CNC en Vive la Mañana y María Fernanda en micrófono abierto de la cadena de radio Todelar Colombia.

El 13 de mayo salimos hacia la frontera con Ecuador con la moral alta porque si Dios quiere en dos días sumo 23 países en mi pasaporte. Ya son dos años, dos meses y 23 naciones en los cinco continentes. Eso sube la moral a cualquiera.
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En este tramo el tráfico es insoportable y la Panamericana se estrecha tanto que es peligroso circular. No es lo mismo subir puertos con una bicicleta de carretera de carbono sin equipaje que hacerlo con máquinas híbridas cargadas hasta los topes con cacharros, ropa, herramientas y comida. Los cicloturistas viajamos con todo lo que tenemos encima. La bicicleta es nuestro motorhome, aunque sin agua corriente ni luz eléctrica, y nuestras piernas, la gasolina. Cuando las cuestas se ponen duras, es decir, casi siempre en la Cordillera de Los Andes, podemos tardar una hora en hacer cinco kilómetros. Necesitamos la paciencia del orfebre para completar a diario las distancias. 


Fotos Marika Latsone

Cuando los puertos son muy pendientes y la carretera demasiado estrecha sufrimos porque nos cuesta mantener el equilibrio. La tensión aumenta con el paso de trailers y camiones a gran velocidad. Además, en esta zona del país nadie respeta una sola raya contínua y la policía de tráfico brilla por su ausencia, por lo que la vía es ´free style¨hasta Ecuador. 


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La complicada situación se adereza con una llovizna continua propia de estas latitudes y altitudes. No obstante, disfrutamos del paisaje, uno de los más sobrecogedores que he visto hasta ahora. Cadenas de vírgenes montañas libres de construcciones que se pierden en el horizonte, verdes prados salpicados de ganado vacuno y árboles que separan terrenos de cultivo. Me siento como en un cuento de hadas. 


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La mayoría de la población de esta zona es indígena y es exquisitamente amable y risueña. Parece acostumbrada a ver pasar a cicloviajeros. No en vano nos preguntan hacia dónde vamos. Por curiosidad o por entablar una mínima conversación con extranjeros que visitan aquellos aislados territorios. 


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A los 63 kms ya no podemos más. Hemos subido la mayor parte del camino por pendientes muy pronunciadas y nos duelen tremendamente las rodillas. Decidimos parar en San Juan, a 18 kms de Ipiales, en un hostal en el que pagamos un precio ridículo, 9.000 pesos colombianos (2,5Euros), y la propietaria y el lugar resultan ser de lo mejorcito de este gran país. Además, nos encanta el hecho de que la señora del Hotel San Juan no se haya intentado aprovechar de nosotras y cobrarnos el doble o el triple por ¨gringas¨, como nos ha ocurrido en todas partes en Colombia, algo de lo que YA ESTAMOS HASTA LAS NARICES. 

Sinceramente, me gustaría que los colombianos se pusieran en nuestro lugar. Les gustaría que les cobráramos más cuando viajan a Europa por ser Colombianos? Disculpen pero en mi opinión, es una discriminacion tratar así a los turistas que encima vienen con un presupuesto ajustado como los ciclistas. Esto nos ha ocurrido en Centroamérica y en Colombia y en ambos sitios hemos tenido que pasar malos ratos intentando que nos cobren lo mismo que a los locales, en la mayoría de los casos sin éxito. 


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Creo que el gobierno debería tomar cartas en el asunto y establecer una política de precios porque este hecho va labrando poco a poco una mala imagen del país fuera de sus fronteras. En Europa es obligatorio hacer pública una lista de precios en los establecimientos hoteleros para evitar precisamente esto, a discriminación por razón de sexo, raza, nacionalidad, modo de vestir o cualquier otro prejuicio se te pueda rondar la cabeza. Señores colombianos: tengo el mismo derecho a dormir en un hotel por 9000 pesos que ustedes, esa es la esencia del capitalismo y la democracia, lo demás se llama autoritarismo, avaricia, prejuicio y explotar en pocos años la gallina de los huevos de oro. 



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El sábado 15 de mayo llegamos a Ipiales, la ciudad más austral de Nariño antes de Ecuador. El recorrido es mayoritariamente... adivinen... cuesta arriba!! Cuando llegamos a Ipiales nos preparamos para curzar la frontera. Esto es, echamos manos de los pasarpotes, contamos lo últimos pesos colombianos para cambiarlos por dólares en la primera oportunidad, nos arreglamos un poco para no parecer dos fugitivas acabadas de escapar de una prisión de alta seguridad, si la camiseta está muy sucia, procuro cambiármela en el baño de un restaurante y si huelo mal me pongo un poco de deshodorante para que camufle bien el tufillo propio de cicloturista que acaba de subir Los Andes. Todo ello para evitar problemas a la hora de cualquier índole y conseguir el sello en el pasaporte lo antes posible. En algunos países de Centroamérica y en Colombia te miran de arriba a abajo antes de entrar en el país por tierra si eres extranjero y según el aspecto que lleves te piden un billete de vuelta o un extracto bancario. Creen que tu intención es buscar trabajo en el país si pareces un pordiosero. También es un problema rondar los 20 años porque es la mejor edad para encontrar trabajo en cualquier parte del mundo. Cuando ya pasas de los 35 a nadie le importa un carajo  lo que vayas a a hacer allí. 


Fotos Marika Latsone

Justo antes de cruzar la frontera se nos unen Dave y James, dos jóvenes australianos que pedalean Latinoamérica por temporadas. En 3 semanas regresarán a Canadá para hacer dinero trabajando de monitores de rafting y volverán después del verano a hacer el tramo Bolivia - Patagonia. Seguramente nos volvemos a ver en algún punto de este vasto continente, porque si hay algo que he constatado en este viaje es que el mundo es muyyyyy pero que muyyyy pequeño. 



Que te sellen el pasaporte en Ecuador es tan fácil como que te sirvan una Big Mac en Mac Donalds. Y gratis. Una de las fronteras más amables y libres de acosadores que te intentan vender algo de todo mi viaje por este singular planeta. 



En unos minutos volamos hacia Quito. Acampamos a 15 kilómetros de Tulcán en el patio de una Iglesia cuando el sol hace ademán de despedirse, con una impresionante vista del Ecuador de Los Andes, en la mitad del mundo, entre de barrancos y montañas sembradas de verdes prados donde solo falta Heidi gritando ´abuelitoooooo¨.


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