miércoles, 30 de abril de 2014

5 Marz. LA LLEGADA

Me despido del aparcacoches contento con sus 80 centimos de euro que se va con el paraguas y me
introduzco de un brinco en un furgoneta oscura y en un estado tal que en Espa;a lo hubiera tenido crudo para pasar la ITV. En el interior un grupo de hombres negros api;ados como sardinas en lata me miran fijamente con cara de pocos amigos y dos se;oras tambien de color ponen cara de interrogante a mi entrada. Me invade lasensacion de no estar en el momento correcto en el sitio correcto o de no ser bien recibida. Un escalofrio recorre mi espina dorsal de extremo a extremo erizandolos vellos de mi epidermis como pocas veces en mi vida. En unos segundos me veo atrapada sin salida entre un monton de seres humanos que parecen cabreados con dos bolsas desupermercado y una garrafa de agua de 5 litros. No entiendo que he podido hacer mal o que limites o fronteras estoy cruzando en mi ignoracia de
recien llegada, pero no me quedan mas opciones de llegar al hostal que esa. Para mermar presion hago uso de mis habilidades sociales con algunas telara;as ultimamente e intento entablar conversacion con las se;oras que podrian perfectamete protagonizar la version black de Paseando a Miss Daisy. Les pregunto con una sonrisa si ese vehiculo me podria llevar a mi destino, Rhodesfield, Park Lane. Me miran en silencio por unos segundos -interpreto que estan asimilando_ y relajando la tension de sus semblantes me contestan que creen que si, pero que no obstante le pregunte al conductor. Sigo en mis trece intentando que me acepten en el grupo tax l enr_ un intento de asegurar mi supervivencia hasta alcanzar mi madriguera y me apresuro a aclarar que soy espanhola y que es mi primer dia en el pais. LAs se;onas cruzan sus miradas y me dirigen una sonrisa asintiendo. Oh...spanish...nice = dicen = y entrecruzan unas palabras en Afrikaner, un coctel de aleman, holandes e imagino que criollo del que solo entiendo aber- supongo que -pero- en aleman.

Me lanzo al asiento delatenro de la furgoneta Toyota modelo vintage por dos y pregunto al conductor de espaldas a los pasajeros si puede llevarme a Rhodesfield, Park Lane. No me contesta y repito la operacion por tres veces hasta que advierto que tiene unos auriculares en los oidos y  escucha musica. Logro comunicarme con el y me contesta que en Park Lane debo coger otro  vehiculo vintage grupal para alcanzar mi meta. Estoy agotada del viaje, no he dormido aun y la compra con garrafa de agua de 5 litros me pesa tambien en el alma. Pienso que por que no me habrequedado descansando en el hostal como una persona normal y porque no me habre d jado timar por aquel taxista espabilado a la caza de victimas en la puerta del centro comercial porque estaria ahora durmiendo tranquila en la habitacion tambien grupal de Shoestring. Por que siempre me complico tanto la vida, Se;or Buda_... 

Aguardo en el habitaculo disimulando mi miedo y desamparo mientras manipulo el recurrente movil solo por demostrar que no estoy cagada y que por eso reviso los miles de mensajes que me han llegado mientras hablaba con estos simpaticos pasajer de Johannesburgo cuando la realidad es que tengo desactivado los datos de internet de Movistar porque si no me timan y no recibo Whatsapps de nadie a no ser que me encuentre en zona wifi. Veinte minutos despues el conductor que escucha musica con los auriculares arranca el vehiculo que suena como una cafetera y Johannesburgo se abre a traves de los cristales del taxi en medio de un chaparron tropical impresionante.

Las calles son un caos y estan ligeramente sucias. No me gusta mucho lo que veo. Hay un hombre que manipula una maquina de coser en la calle como si fuera un puesto de perritos calientes. Los conductores conducen como locos y casi atropellan a los transeuntes sin reducir minimamente la velocidad, el dia gris y la lluvia ponen la guinda a un panorama desolador donde no veo a un solo blanco y la mayoria de la gente parece pobre y buscandose la vida en la calle. Cuando llegamos a ParkLAne me apeo y otra vez me veo tirada en la calle y sin rumbo fijo, aunque esta vez en una especie de mercado callejero con un monton de mierda por todas partes, gente deambulando con botas de goma sobre un barrizal de lodo rojo debido a la tormenta y decenas de furgonetas / taxi aguardando llenas de gente o vacias en una especie de parking. Soy la unica blanca en la escena
y arrastrando mi compra y garrafa de agua que ya me costa la circulacion sanguin a en los dedos pregunto a varios conductores si conocen algun taxi que se dirija a Rhodesfield. Unos me indican un lugar, de alli, me mandan mas lejos y doy vueltas como una peonza en medio de la luvia y el barrio con mis zapatillas Brooks para running de gama alta en un estado lamentable. Algunos hombres mascullan cosas mi paso e intento disimular que no me importa y no tengo miedo.
Por fin mi arrogancia permanente me sirve para algo positivo en la vida como es  nfundir algo de respeto en situaciones comprometidas. Despues de una hora, agotada y con terribles ganas de  soltar una llantina aunque solo fuera para descargar la tension acumulada llego a un Black taxi repleto de gente en un estado lamentablemente peor que el anterior y pregunto y, tras preguntar al conductor, me siento en la parte delantera con un hombre gigante que a penas me dejaba espacio pero que parecia buena gente y sonreia, porque, sinceramente, el panorama en la parte trasera no me subyugaba demasiado. Otros veinte minutos de espera y se sube el conductor dirigiendo gritos a un viandante al tiempo que intentaba poner la primera marcha sin exito y salia humo bajo mi asiento que adivino estaba sobre el motor. Cierro la puerta delantera cogida con alfileres y que no encaja y se queda algo abierta y me agarro al asiento como si me fuera la vida en ello. La furgoneta daba tirones y el conductor tenia problemas con la caja de cambios. Tras media hora de  viaje el ocnductor me grita que a donde voy. No entiendo como me pregunta esto si le deje claro antes del viaje que iba a Rhodesfield! Pero le doy la informac on y comienza a gritarme en Afrikaner. Me iba a desmayar.

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