miércoles, 30 de abril de 2014

19 Abril. UN MES Y MEDIO DESPUES...

Cuantas emociones juntas en tan corto espacio de tiempo. Ya llevo un mes y medio con los pedales pegados a las suelas de lo que queda de mis zapatos waterproof, descubriendo, dia si, dia no, los lugares mas idilicos del Planeta en el injustamente considerado continente mas peligroso del mundo. Paisajes escandalosamente bellos y virgenes que, en la mayoria de los casos, van acompanyados de habitantes no menos sorprendentes, quienes tienen la extranya habilidad de hacerte sentir como en casa a tomar por saco.

Se refuerza asi la teoria que sostengo sobre que la gente hace los sitios y no al contrario. Aunque, la verdad, tanta belleza en algunos rincones no deberia pasar desapercibida para algunas idiosincracias< pero esta ultima tesis no siempre se cumple, no entiendo por que.

Esta semana he pasado por la Reserva Natural de Pomene donde vive una de las poblaciones de mozambiquenyos mas aisladas del pais. Acostumbrada a pasar miedo alla donde voy ante el excesivo arrojo idiosincratico de los naturales de Mozambique, especialmente del genero masculino, tropezar con una gente tan amable y honesta es al principio chocante. Este es uno de los lugares que refuerzan mi teoria de 'gente maginifica igual a lugar magico' pero con creces< el enclave es tan bucolico que cuando penetro en sus entranyas con Roberta [he llamado asi a mi bici ] me da igual llevar trece malditas horas pedaleando sobre intransitables toneladas de arena bajo un sol de 'injusticia' atravesando selvas y poblaciones pauperrimas de gentes apostadas en los caminos vendiendo lo primero que la naturaleza les ofrece. Ya no me importa el hambre de dias ante la ausencia de suministros en este pais de miseria institucionalizada, o depender unicamente de lo que la gente me ofrece por el camino hasta encontrar un austero supermercado en alguna poblacion turistica, convertir el coco en mi desayuno, almuerzo y cena cuando no hay otra cosa, o el polvo en la media que cubre la lente de la camara que graba esta romantica aventura. Me da igual perderme continuamente por solitarios caminos con la mano en mi punyal de pesca submarina atado a mi pierna izquierda y retroceder por si resulta que me traga la bestia. Cuando encuentro Pomene mi alma asustada y debilitada por la soledad despierta y se fortalece de nuevo.

Cienagas anegadas cubiertas de una suave bruma que aporta el halo magico de un lugar encantado. Arboles que se tragan los pantanos y selvas tan tupidas y oscuras que infunden respeto y que de repente se desperdigan en blancos arenales en un proceso natural sin logica pero bello y surrealista. Y en medio de todo el bucolico escenario, Roberta transita con la cadena sedienta de grasa y sobrante de arena...pidiendome un respiro...



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