martes, 23 de agosto de 2016

17-22 Agosto. El Desierto de Perú. Consejos para Pedalear Contra el Viento.

Fotos Marika Latsone
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Libro Español "Taller de Felicidad"
Livro em Portugues  "O Poder de Viver com Paixão"




Siempre necesité el confort de la seguridad y rodearme de lo conocido, hasta que he aprendido a vivir en la cuerda floja.  Ha sido durante este viaje. Ahora nada es seguro, nada es permanente, nada es completamente confortable, nada es definitivo.


Hablando con "extraños" en la playa de La Gramita, Casma, Perú

Lo único seguro que tengo a mi lado es el aire, el brillo del sol, que tampoco es permanente y depende del tiempo, el azul del mar, mi respiración, mi horas de sueño, mi sudor, mis ansias de aventura. Antes disfrutaba de la seguridad que te otorga el cariño incondicional de la familia y amigos. Ahora me esfuerzo cada día por conocer a extraños y lidiar con mi timidez. 


Playa de La Gramita, Casma, en la región de Ancash

Si permanezco cierto tiempo en los lugares, cultivo buenas amistades y me llevo lo mejor de un viaje como éste en el bolsillo: la gente. Los viajes son la gente, los lugares son la gente, los países son la gente. Si la gente no me gusta, el lugar no me gusta. Si no me gusta la gente, no estoy viajando, porque no estoy conociendo, y no estoy aprendiendo, de los demás y de mí misma. En Perú me gusta la gente, y por eso me gusta Perú...


Haciendo el idiota de camino a Santa



Y nos despedimos entre lágrimas de Ceci y Mireya, dos amigas que ahora viajan en nuestros bolsillos para siempre y que pensamos visitar más adelante. Marika prepara uno de sus "desayunos con diamantes¨ como despedida. Huevos, aguacate, pan fresco, mantequilla, queso, salsa de huacatay peruana, crepes a la Marika... Nos vamos de Trujillo llenas de corazón y de barriga.


De Trujillo a Lima por la Costa Peruana 

Los camiones a gran velocidad, sobrecargados y en malas condiciones son la nota dominante en las autopistas peruanas


Entre Virú y Trujillo transitamos por el carril en obras del autopista cerrado al tráfico

El viaje a Virú es pesado y poco interesante debido al tráfico incesante, a la ausencia de arcenes en gran parte de la vía y a lo desastrosas que son las ciudades peruanas en sus periferias. La basura y los escombros se acumulan en las cunetas y el horror visual se agrava por el polvo del desierto, los cables eléctricos colgando del cielo como un macramé deshecho, las casas de techos de zinc y plástico y muros de adobe pintadas al grito de Alan García, Keiko Fujimori o Pedro Pablo Kuczynski, los grandes rivales en las últimas elecciones, que siguen en la contienda en las paredes de los hogares peruanos. No hay una casa de pobre que no venga envuelta en celofán con uno de los adversarios políticos. En la Cordillera de Los Andes o en la Costa, la propaganda pintada a mano por el poder contamina los paisajes. 






Virú, al sur de la ciudad de Trujillo

Salimos de Virú el jueves 18 de agosto a paso de tortuga entre el tráfico que no cesa, el ruido ensordecedor de los trailers y la nube de polvo que arrastra la brisa marina del desierto. 
El desierto costero de Perú se ubica en la mayor parte de la costa peruana, desde Piura por el norte hasta Tacna por el sur

Tardamos un par de horas en adentrarnos en el solitario desierto, en los confines del departamento de La Libertad. El viento en contra dificulta nuestra marcha. A pesar de todo disfruto sobremanera del paisaje de dunas. 

Me regocijo observando la arena dorada y sus capas suaves y uniformes en constante cambio por la acción del viento que no cesa. A las once de la mañana el viento arrecia y el pedaleo se nos hace imposible. La brisa del suroeste nos frena y desequilibra debido al peso que llevamos. 


En esta época del año el viento es fuerte, húmedo y frío en la región peruana de Ancash

Debemos extremar la precaución porque en ocasiones nos empuja hacia el autopista. Camiones y trailers nos succionan a su paso, por lo que debemos estar pendientes de ellos por el espejo retrovisor para que no nos pillen desprevenidas, ya que cada vez que nos adelantan debemos agarrar con fuerza el manillar y evitar perder el equilibrio. 


Consejos para Pedalear Contra el Viento con Alforjas



  • Mantener la Cadencia

No te pares. Mantén un pedaleo estable y constante. No intentes forzar: llega a un acuerdo con el viento y asimila su fuerza y el peso que llevas. Piensa que estás subiendo un puerto y avanza lentamente sin detenerte. Tu parte psicológica aquí es vital para no rendirte. 

  • Ponte las Gafas

Con viento fuerte es importante llevar gafas si no quieres acabar con los ojos como los de un buitre. También son importantes para evitar la postura forzada de arrugar los ojos que puede provocar dolor de cabeza al final del día. 

  • Alforjas y Carga
Ten en cuenta que las alforjas son como una vela de barco y aumentarán tu resistencia al viento. Procura que la carga que portes sobre el rack trasero no esté colocada de forma transversal

  • Llevar Espejo Retrovisor
Cuando el viento sopla fuerte no oímos la carretera. Procura llevar siempre un espejo retrovisor en tu manillar para controlar siempre a los vehículos que se aproximan por tu espalda y sobre todo a los camiones que se acercan a tí y te pueden desestabilizar. Te recomiendo que lo lleves siempre con viento o sin viento. 

  • Optimizar tu Postura
Échate sobre el manillar de la bicicleta para adoptar una postura más aerodinámica si tienes una bici de montaña o de paseo. Ten en cuenta que si tienes problemas de espalda esta postura no es muy recomendable. 
  • Tener Paciencia
No te desesperes. Piensa que, aunque lentamente, estás avanzando algo, y que no puedes luchar contra la naturaleza. Ya llegarás. Lo importante es seguir pedaleando y no pararse. 

El Ángel del Desierto


El desierto peruano cambia de color en función de la hora

El sábado salimos de Santa a las seis y media de la mañana con la sonrisa de oreja a oreja porque hemos logrado cumplir nuestro compromiso de madrugar para pedalear con menos viento. En el desierto, el viento de S - SW arrecia a las diez de la mañana llegando a fuerza 4 Beaufort a las once - doce del mediodía hasta las tres de la tarde, hora a partir de la cual comienza soplar con menor intensidad.

 No obstante, Eolo sigue incordiando, eso sí, con menor fuerza, hasta las cinco de la tarde en estas latitudes. Así que hemos tenido en cuenta el horario de los vientos para establecernos una disciplina férrea de pedaleo. O nos levantamos a las cuatro y media de la mañana o no llegamos a Lima ni en 2017. 

Pasamos Chimbote, en el extremo noroeste del Departamento de Áncash, a orillas del océano Pacífico,  donde el olor a pescado salado nos acompaña hasta que la urbe desaparece en nuestros espejos retrovisores y, después de varias horas de pedaleo por el desierto costero peruano y 70 duros kilómetros con el viento en contra, vemos a lo lejos Casma, una ciudad del centro-noroeste de Perú, ubicada en la parte baja del valle que forma el río Casma. 

Madrugamos para pedalear sin viento en la costa de Perú

Cuando sólo nos fantan dos kilómetros para adentrarnos en la urbe, un vehículo destartalado se aproxima por el autopista en dirección contraria a paso de tortuga. Marika y yo nos miramos aterrorizadas e inmediatamente después otro coche que viene a toda velocidad en su dirección correcta da un frenazo con bocinazo incluído a la altura del kamikaze, que además circula por el carril izquierdo de la doble vía de una misma dirección. Si creía que lo había visto todo en La India estaba equivocada. Las carreteras peruanas también se las traen. Los dos individuos que van dentro del vehículo kamikaze nos gritan por la ventanilla ¨gringaaaaaasssss guapaaaaaassss¨ como si no ocurriera nada y prosiguen su camino hacia la muerte en el fragor de la tarde y el tufo a pescado salado que desprende la ciudad. 

El desierto amanece espléndido, mostrándonos su sencilla paleta de colores donde predominan los naranjas

El lunes amanecemos tan cansadas que nos es imposible cumplir nuestro compromiso disciplinario y empezamos el día tarde. En cuestión de dos horas el viento se hace insoportable y en el Km 347 de la Panamericana, en un lugar llamado La Gramita,  observamos un restaurante apostado en la carretera con buena pinta. 


Decidimos pararnos para comer algo y llenar nuestros botes de agua, pues el viento fuerte agrava la deshidratación del cuerpo, a la que hay que sumar la producida por el calor del desierto.

Sin saberlo, el destino nos trajo aquí, a la casa del Clemente, toda una figura en el mundo del cicloturismo

Pedimos un plato de huevos con arroz para las dos y la dueña nos invita a pasar adentro porque quiere ¨enseñarnos algo¨. Atónitas por la extraña proposición, obedecemos a la señora que nos conduce a una estancia más familiar en el fondo del establecimiento. Allí, sobre una gran mesa, nos muestra varios libros de visita amontonados, algunos envejecidos por el paso de los años, otros a punto de reventar de papelitos y fotografías de recuerdo. ¨Son los libros de visita de decenas de ciclistas que han pasado por allí desde los años noventa¨nos cuenta Isabel entusiasmada. 

¨Mi papá, que ahora se recupera en Lima de una larga enfermedad, lleva acogiendo cicloviajeros desde 1990, año en que llegó el primero, un japonés que viajaba desde Alaska hasta Ushuaia en su bicicleta¨. La señora nos muestra el vetusto papel pegado en la primera hoja de unos de los libros que recoge a bolígrafo el testimonio del pionero nipón, 26 años después. 

Recuerdos y notas de agradecimiento de cientos de viajeros de todo el mundo a los que Clemente ha ayudado

Abrimos los libros y leemos una y otra nota. Cientos de memorias y vestigios de viajeros de todas partes del mundo que han pasado por Perú en casi tres décadas con las alforjas llenas de experiencias. Se me llenan los ojos de lágrimas. Todos saludan a Clemente y algunos lo llaman el ¨Ángel del Desierto¨

¨Clemente, nos has salvado la vida en medio de la peor tormenta de arena de nuestras vidas¨, ¨Clemente, gracias por cuidar de mi cuando estaba enfermo¨, ¨Clemente, nunca podré agradecerte lo que has hecho por mí y por mi familia¨, fotografías de desconocidos adosadas a los testimonios, postales con sellos estampados en infinidad de mágicos lugares, prendas personales, pins, imanes de nevera, tarjetas de visita, pegatinas con originales logotipos que rezan aventuras maravillosas por el mundo... textos en todos los idiomas: español, inglés, japonés, chino, koreano, hindú, alemán...    

Isabel regenta ahora en solitario el famoso punto de encuentro de cicloviajeros en la costa peruana

Isabel insiste en que comamos y bebamos gratis, y luego nos abre un cuarto, que parece la habitación de un buen hotel, e insiste en que pasemos ahí la noche. Aún no nos creemos que hayamos tenido tanta suerte. Por la noche cenamos juntas y hablamos de nuestras aventuras mientras Isabel nos cuenta las ajenas, que almacena en su baúl particular de los recuerdos. Memorias inéditas de viajeros fugaces que visitan su casa desde hace 30 años. 

Recuerdo en japonés  del primer cicloviajero que pasó por el restaurante de Clemente en 1990
 Algunos, vienen sólo para conocer a su padre, el gran Clemente, que ya es toda una institución en los anales de la historia. ¨Para nosotros cada visita de ustedes es un regalo de Dios. No saben lo que nos están dando con sus vivencias. Los viajeros hacen mucho más interesante nuestras vidas con sus relatos y experiencias¨nos dice la costeña peruana. 

A cinco minutos del Restaurante La Balsa está la playa de La Gramita



La Gramita es un pueblo de pescadores a medio camino entre Casma y Huamey



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