viernes, 27 de noviembre de 2015

23 de Noviembre. No hay nada imposible: De Panama a Colombia.


El martes 17 de Noviembre entramos en Ciudad de Panama con el corazon a punto de estallar, no solo por el estres de pedalear en un calvario de vehiculos que transitan a toda velocidad por la Autopista Panamericana a la altura del distrito de Arraijan,  para caer a cuentagotas con exasperacion por el sumidero del Puente de Las Americas, colosal estructura metalica que carece de arcenes y cuyo transito en bicicleta no es apto para cardiacos. 

La odisea se acrecienta con la lluvia que moja los roblones o soldaduras convirtiendo el pavimento en una pista de patinaje por sectores. 1.654 metros de congoja sobre el Oceano Pacifico a mas de cien metros sobre el nivel del gran azul y con un ventarron que arrecia a medida que llegamos al punto maximo de la curvatura de la estructura de acero crucial en esta parte del planeta porque une America del Norte, America Central y America del Sur, separadas por el Canal de Panama. 


Dejamos atras gracias a dios la obra estadounidense, inaugurada en 1962,  que pretendio llamarse un dia "Thatcher Ferry Bridge", iniciativa que nunca prospero, thanks to God,  merced a la mala leche idiosincratica de los panameños que insistieron en que el puente se llamara como a ellos les da la gana porque esta es su tierra y me parece muy bien y ademas es de recibo que la obra faraonica tenga el nombre del continente cuyas cicatrices restaura. 

Llegamos al barrio de Balboa admirando esta parte de la ciudad sembrada parques y grandes extensiones verdes al estilo de Singapur pero mas sucio y abandonado. Seguimos las indicaciones del GPS en direccion a Albrook y la jugada casi nos cuesta otro asalto a mano armada porque caemos en uno de los barrios mas peligrosos de la capital panameña (calle 26 Oeste, Huerta Sandoval) a instancias de unos policias que no salen de su asombro cuando nos ven salir sanas y salvas de la barriada de peleas perros y pobreza cronica, como protegidas por la mano de Dios y envueltas en un aurea de candidez y credulidad. 


"Les podian haber matado" nos dice un agente mientras intentamos controlar nuestros aceleradisimos ritmos cardiacos que laten como caballos desbocados desde el puente de Las Americas. Insisten en acompañarnos lejos de la ciudad sin ley habitada por 'los delincuentes mas peligrosos de Panama" de acuerdo con estos representantes de las fuerzas de seguridad nacionales con tanto sentido de la responsabilidad que nos escoltan tan lejos de ahi como pueden para que "sigamos por favor caminando a pasito lento con las bicis en la mano el resto del camino porque el trafico en Panama es muy peligroso" y nosotras asentimos a todo como dos niñas buenas y cuando no nos miran hacemos lo que nos da la gana. 

Nuestro anfitrion de couchsurfing.com ("Stay with Locals ans Make Travel Friends), Olivier, un ingeniero frances altruista afincado en esta parte de Centroamerica,  no se encuentra en el pais pero nos deja disponer de su casa a nuestro antojo y cuando llegamos nos damos cuenta  que corren la misma suerte otras seis o siete personas mas y nos apretujamos como podemos en la vivienda de dos plantas ubicada en uno de los mejores barrios de la urbe. Marika y yo dormimos en el suelo al igual que otros tres afortunados porque conseguir un anfitrion couchsurfing o warmshowers en Ciudad de Panama es una bicoca y sin esta ayuda mas vale no quedarse aqui mas de dos dias porque es carisimo hasta respirar. 




Queremos cruzar el Canal de Panama como dos grandes aventureras y escribir en los anales de la historia del cicloturismo mundial navegando con nuestra Susan Sarandon y Queso Crema (la bici de Marika) desde el Pacifico y hacia horizontes de ensueño en el rumor del Atlantico, serpenteando las heridas del continente americano hasta Colombia. Nuestro gozo en un pozo. Lo intentamos todo todo todo y nada nada nada nos sale. Vamos a las marinas con fotocopias donde nos anunciamos como tripulacion para ayudar a cruzar los veleros por las esclusas del Canal, preguntamos, indagamos, dejamos nuestros telefonos, llamamos, insistimos, pero nada.

 Nunca se produce esa llamada. Pasan los dias y la persona a cargo de la casa de Olivier nos presiona para que nos vayamos "porque couchsurfing" no es sinonimo de que te quedes toda la vida aqui mi amor" asi que despues de una semana decidimos que la mejor opcion y la mas barata para cruzar el vacio Darien (144 kms de selva sin carretera, un absurdo parentesis en la Panamerican Highway que bloquea el paso a Sudamerica)  que separa Panama de Colombia es por aire porque el ferry que una vez existio dejo el puerto de Colon para siempre (probablemente a punta de pistola) y que pena porque costaba solo 95 USD y el resto de las alternativas son una tomadura de pelo, unas por su exceso (mas de 500 USD por cruzar el Caribe hasta Colombia en un velero) y otras por su duracion y agonia (viajar de bote de pesca en bote de pesca desde Colon hasta Turbo), esta ultima opcion dudo que a la larga salga mas barata para los cicloturistas que el avion. 

Dos dias antes del vuelo reservamos los billetes en airpanama.com y la broma nos sale cincuenta dolares mas cara que si lo hubiesemos hecho con mucha mas antelacion pero asi es la vida sin planes. La compañia no tiene precios estandar para  las bicicletas y cobra por exceso de equipaje. En mi caso, a los 150 dolares del billete le debo sumar 40 dolares mas por la bici. Afortunadamente la aerolinea permite facturar treinta kilos en vuelos internacionales. En suma cargo unos cincuenta kilos entre Susan Sarandon y equipamiento. 

El 23 de noviembre, lunes, el mozo de facturacion nos anuncia con un mohin en el rostro, despues de un maraton de 48 horas de busqueda apresurada de  cajas de carton para bicis en jugueterias, desarmado de bicis, embalaje faraonico y tedioso y transporte caro al aeropuerto  (el taxi pick-up nos cobra 20 USD por 4 kms desde Albrook al Aeropuerto Marcos A. Gelabert), que ¨no podemos volar a Colombia sin un billete de regreso¨ porque inmigracion exige este requisito en el Aeropuerto de Medellin. 

Observo en silencio al tipo que parece un buen hombre, sintiendo como una incipiente taquicardia aumenta mi flujo sanguineo y la adrenalina se me dispara sin gobierno, buscando un modo de controlar mis mas salvajes impulsos y no venirme abajo gritando  que se vayan todos a la mierda de una vez en este puto Panama de los cojones donde se invento la mala leche y la sonrisa y la hospitalidad brillan perpetuamente por su ausencia. Pero me contengo como he hecho la mayoria de las veces en situacion de crisis y ausculto la mirada de mi interlocutor para establecer un vinculo telepatico que le transmita mi posicion y sentimientos de desamparo, cansancio y abandono. 

El ardid da resultado. El empleado habla con alguien en Colombia por radio VHF desde el mostrador y nos dice que aguardemos. Media hora despues nos anuncia que esta arreglado y que "la policia colombiana hara una excepcion solo esta noche con nosotras". Aquel sencillo y amable empleado de Airpanama no sabe que ha endulzado mi negativa percepcion del pais desde que entre por Paso Canoas, en la frontera con Costa Rica, justo cuando estoy a punto de abandonarlo, sentenciando mis sendas rotundas y tajantes teorias de la vida,  "el que quiere puede" y "no hay nada imposible". 

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