viernes, 2 de septiembre de 2016

27-30 Agosto.Llegada a Lima. 10 Trucos para Sobrevivir al Infierno en Bicicleta.


El Descubrimiento de Lima en Bicicleta. Existe Dios.


Siento el miedo apretando mi pecho, el sudor frío, el pánico que provoca el ruido ensordecedor, la lluvia fina convirtiendo el pavimento en una pista resbaladiza, los edificios erigidos sin afán estético hasta el horizonte, ese terrible olor a pis que se te mete hasta el fondo en los pulmones, a veces humano, otra de chancho esperando su hora en granjas aledañas, las bolsas de basura acumuladas en la cuneta, algunas abiertas por perros desesperados, la basura sin bolsa sembrada a propósito en el polvo del desierto, los impertinentes mini buses empujándome fuera de la carretera, los agresivos taxistas enfadados con el mundo rozando mis alforjas, los ojos de los inocentes cubiertos de ansiedad por llegar al trabajo en medio de un tropel de vehículos, un ruido ensordecedor de cláxones incontrolados y un pánico de camiones y buses en la Panamericana Norte desde Ancoy bajo la intensa neblina y el frío de agosto. 


La entrada a la ciudad de Lima ha sido una de las peores experiencias de mi vida. Vengo del sosiego del desierto donde oigo el aire que esculpe la montañas y ahora oigo el caos en la maraña de la gran urbe. Sudo hielo y suspiro sin querer. Si tengo que morir un día, HOY ES EL DÍA MÁS INDICADO. Si no muero hoy, ya nada me hace dudar de la existencia de algo más allá de la razón humana que rige el Universo y que he tardado en aceptar. Estoy aquí, no he muerto. Ahora sí comprendo que estaba equivocada. Existe un destino, existe un Dios, existe el más allá. 


10 Trucos para Sobrevivir al Infierno en Bicicleta

Entrar en una gran ciudad como Lima (Perú) a lomos de tu bicicleta puede hacer que olvides la magia de pedalear. Y es que el tráfico de la capital peruana y de otras grandes urbes del mundo puede hacer perder el control al más paciente. 


En Lima, como en otros gigantes urbanísticos del Planeta que he tenido la suerte o la desgracia de pedalear,  no existe restricción de circulación obligatoria a vehículos privados en horas punta (sistema creado en Colombia), un transporte público organizado efectivo, o un metro o tranvía operativo al cien por cien que alivie la congestión del tránsito. Impera la ¨ley de la selva¨y el ¨sálvese quien pueda¨, sobre todo en el tramo de la Panamericana que atraviesa como un sable la ciudad. Aquí te dejo mis recomendaciones para que sobrevivas con éxito al pedaleo en estas condiciones extremas. 

  1. Respira hondo y concétrate como si estuvieras enhebrando una aguja.
  2. Ponte el casco. El casco debe estar debidamente homologado y tener como máximo 3 años de uso. 
  3. Lleva un buen espejo retrovisor y controla lo que ocurre delante y detrás simultáneamente. 
  4. Procura ir muy visible. Yo llego una luz de posición blanca delantera y una roja trasera y un chaleco reflectante envolviendo una de mis alforjas traseras. Se trata de que te puedan ver a una distancia de 150 metros. 
  5. Si no hay un carril bici, pégate lo máximo posible a la derecha de la calzada y procura que los demás vehículos mantengan la distancia de seguridad lateral de 1,50 metros al adelantarte. Haz señales con el brazo cuando veas por el retrovisor que un vehículo se dispone a incumplir esta regla. 
  6. No te enfades con conductores irrespetuosos. Sigue de largo.
  7. No discutas con peatones irresponsables.
  8. Ignora los insultos de otros conductores
  9. No utilices el móvil o escuches música mientras conduces. Tu capacidad auditiva debe funcionar al máximo. 
  10. Señaliza todas tus maniobras para así hacerlas constar con suficiente antelación al resto de los ocupantes de la vía. 

27 de Agosto. No Quiero tu Piropo, Quiero tu Respeto.


El sábado 27 de Agosto mi vida sobre la bicicleta cambia radicalmente. El desierto se torna verde y el silencio se vuelve guerra en nombre del ¨desarrollo¨. Dejamos atrás el desengaño de Barranca para introducirnos en una sucesión de decepciones visuales. El tráfico se hace insoportable, los conductores de buses piensan en los videojuegos y quieren matarnos, sin respetar nuestro arcén, porque una doble vía en un dirección no es suficiente para sus circenses vehículos, pintados a gritos con eslóganes llamativos que reclaman la ¨Fe en Dios y en la Virgen¨, ¨Perú, seis sentidos¨, ¨No dejes de lado tus raíces¨... 


La basura se acumula en ambos lados de la Panamericana y el mar a lo lejos se vuelve gris. En realidad el gris protagoniza las jornadas hasta que entramos en Lima el 30 de agosto. Este es el mes más frío y gris de esta parte del Perú. 


A pesar de todo, la fortuna nos sigue sonriendo y transitamos algunos kilómetros por el carril en dirección opuesta cerrado al tráfico por obras. Aunque pasan algunos vehículos ocasionalmente, el contraste es notorio. La aciaga música del infierno se hace más lejana. Los cultivos de caña pasan ante nuestros ojos como dos cintas expendedoras de maletas. Los seres humanos se vuelven más herméticos y ahora escasos agricultores nos saludan. Presiento la inminencia de la gran urbe. 


El acoso sexual de los hombres es insufrible. Algunos jóvenes nos insultan en inglés en la entrada de algunas pequeñas ciudades: "Bitch" nos dicen. Otros simplemente cantan soeces piropos de albañiles. ¿Por qué coño tengo que oir esto durante todo mi viaje por Latinoamérica todos los malditos días? ¿Es que los hombres no se dan cuenta que esto es violencia hacia la mujer? El maltrato verbal debería estar tipificado como delito, al igual que la violencia física. Querido hombre peruano implicado: NO QUIERO TU MALDITO PIROPO DE ALBAÑIL DESESPERADO, QUIERO TU RESPETO!!!

El centro de Huacho, el ¨Times Square¨ del Desierto Peruano




Encontrarse con un tropel de muchedumbres en la calle, un montón de vehículos intentando ganarse el título de Campeón de Fórmula Imbécil del Año, una plaga de mototaxis a punto de atropellarte en cuerpo y alma ahora sí y después también, cincuenta tiendas de aparatos electrónicos escupiendo estruendos sonoros por grandes altavoces apostados en plena calle, cláxones con efectos de sonido, una suerte de altos edificios sin valor estético visual, restaurantes chinos que brotan como las setas en todas las esquinas, vendedores ambulantes que te asaltan de súbito cuando la congoja aprieta tu pecho, cambistas sacudiendo fajos de soles ante tus ojos, cuando vienes de pedalear en la Panamericana peruana... NO TIENE PRECIO. 

Queremos escapar de allí pero no podemos. Intentamos buscar un hostal en una calle donde no haya tanto ruido, pero eso es una quimera en la capital de la provincia de Huaura. Huimos como ratas y nos encerramos en la habitación de un hostal, donde hemos pedido expresamente que no haya ventana exterior y que esté lo más lejos posible del mundo, pero el recepcionista sólo consigue una habitación con ventana interior, porque lo demás, no existe en Huacho, y menos en fin de semana. 

Por la noche nos despertamos cien veces con los gritos de huéspedes que llegan ebrios, indiscretos amantes, el perverso, irritante y estruendoso timbre de llamada a la puerta (destinado a que todo el hostal se despierte cada vez que llega un huésped en medio de la noche), el estampido de la puerta principal que se abre y se cierra, la música lejana de las discotecas sin límites, sin reglas, sin ley que regule el descanso de los peruanos, que a nadie le importa en un país donde a los gobernantes les importa un carajo su pueblo, como demuestra la situación actual del mismo, que he tenido la oportunidad de tragarme a lomos de mi bicicleta.

Lachay, el Desierto Bañado por la Niebla


El Lunes pedaleamos de Chancay a Ancoy y la situación en la carretera, lejos de mejorar, empeora. Ahora ya no tenemos carriles cerrados al tráfico para liberar nuestro estrés. Ahora debemos lidiar con la horripilante realidad que nos rodea durante toda la jornada.


Pero cuando el tráfico pesado se desvía por el Serpentín durante un tramo, circulamos por la Panamericana más aliviadas. Después comprendemos por qué las autoridades desvían el tráfico de camiones y buses por la costa. La Reserva nacional de Lachay es un espacio protegido del Perú que bordea toda esta zona. La Panamericana la cruza y su acceso es cuesta arriba y con nieblas adventinas procedentes del océano muy densas en la parte alta. Aunque la carretera cruza por la parte desértica de la Reserva, sólo hay que dirigir la mirada hacia arriba para ver cómo el desierto se convierte inesperadamente en verdes praderas con gran diversidad de flora y fauna. Las dunas se vuelven espectrales y son tragadas literalmente por la espesura de la niebla, como en una película de Peter Jackson. 


Poblaciones de casas de techos de zinc y paredes de colores salen de súbito de la espesura de la bruma, señal de que nos acercamos a Ancoy. 


Fotos Marika Latsone
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