lunes, 5 de enero de 2015

6 de Enero. De Bali a Nueva Zelanda.





Dicen que para experimentar la calma hay que conocer la tempestad, y viceversa. La vida es un trasiego de contrarios que se suceden sin tregua. No hay blanco sin negro, felicidad sin amargura, alegria sin tristeza, dia sin noche, rapidez sin lentitud, brillo sin oscuridad...







He tenido que esperar a Nueva Zelanda para encontrar lo que necesito con urgencia: sosiego,afinidad cultural, similitud idiosincratica, fiestas, nuevos amigos, increible paisaje verde que te quiero verde, clima fresco, seguridad, posibilidad de acampar en solitario sin el punal en mano, tranquilidad, paz, sentido del humor similar a mis tonterias, libertad, paz interior, he mencionado ya la serenidad?, surfing, playas celestiales, soledad escogida, armonia, sublimidad por doquier, les he mencionado ya la “tranquilidad”? Naturaleza sin igual, ausencia de seres humanos en cada centimetro cuadrado, limpieza, organizacion, les habia hablado ya de la “seguridad”?...

Nueva Zelanda ha compensado mi decepcion por Bali, donde me he sentido como en Playa del Ingles, Gran Canaria, Islas Canarias, Espana, durante un mes. Alguien dijo que los lugares no son solo paisajes, son tambien su gente. La popularidad de Bali en el mundo desarrollado es tal que el ser humano la ha convertido en un monstruo. Turistas borrachos de dia y de noche, individuos acosando al turista con intransigencia en cada metro cuadrado de la isla, masas de gente por todas partes, trafico extenuante, suciedad, agobio, individuos con los que no conecto en absoluto... Lo mejor, el hostal donde me he alojado en el corazon de Semyniak, Denpasar, y mis companeras de habitacion Rubby, Amy, Amelia y Kathleen, con quienes he intimado lo justo, porque en esta parte de Bali la gente no dura mas de dos noches... Lo unico que me ha salvado es el surf y la excelente calidad de las olas para practicarlo. Pero... contando los dias para volar a Nueva Zelanda.
En Queenstown, Isla Sur, me quedo un par de noches, lo justo para preparar a Kimberly, mi nueva bicicleta, y comenzar a pedalear en Aotearoa (Nueva Zelanda en Maori). Me dirijo hacia el Lago Wanaka, a mitad de camino entre Queenstown y el Glaciar Fox, popular enclave turistico donde he planeado pasar la Nochebuena. 




Pero Wanaka me sorprende tanto por su belleza como por su gente y decido pasar la Navidad en el Matterhorn South Lodge, donde conecto inmediatamente con todo el mundo y me lo paso tan bien que me cuesta irme, y decido mandar el Glaciar Fox a tomar por culo y quedarme hasta que el cuerpo me lo pida, porque es lo que necesito en este momento.







Hago migas enseguida con Conny, Andrew, Claudia, Debby, el pequeno Lake (un entranable bebe que es el alma del lugar), que son el staff, y disfruto a tope con los clientes que pasan por ahi y tampoco se quieren marchar, como Bertine, Stefano y Martin, que tambien alargan su estancia.




Jugamos al futbol, nos banamos en el lago, hacemos fiestas un dia si y otro tambien, tocamos la guitarra y cantamos... rodeados de sol y de montanas nevadas, como en una pelicula de Heidi. Mi pecho esta a punto de explotar de emocion y me siento feliz. Tambien porque Andrew esta siempre conmigo, y me gusta aquel americano buenorro de la Costa Este, carajo!

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