martes, 24 de marzo de 2015

14 - 15 M. Oatman y el Lejano Oeste. USA.

Needles es otra decepcion y en el camping para pijos, Needles Marina RV,  me piden 30 dolares por clavar mi tienda en el cesped, que deben regar con agua con pepitas de oro, a juzgar por los precios, junto a un monton de americanos ricos con unas autocaravanas impresionantes que remolcan vehiculos mas impresionantes aun. Asi que la decepcion me envalentona y decido darlo todo y poner rumbo a Arizona y buscar algun lugar donde acampar en las Black Mountains.

 Cruzo el puente que cruza el Rio Colorado uniendo California y Arizona y me adentro en el nuevo estado por una carretera sin arcen donde los conductores van como locos y dos camiones metiran fuera de la carretera sendas veces sin que a nadie parezca importarle. Pese a que llevo mi gabardina fluorescente, los conductores actuan como si no me vieran y algunos me tocan la pita para que me aparte. 

El viento sopla fuerte en el valle Mohave y el pedaleo se convierte una vez mas en una tortura. El paisaje es llano y sembrado de verde, recordandome en ocasiones a los arrozales del Sudeste Asiatico algo descafeinados y afeados por decenas de casas construidas con chatarra herrumbienta. Por fin la Ruta 66 se desvia de la tortuosa via y ahora transito por una carretera campo a traves algo mas estrecha pero practicamente sin trafico y sin viviendas. Ahora si que empiezo a disfrutar del camino, aunque sea de nuevo cuesta arriba.



Estoy agotada porque no he descansado desde que empece pero el arribar cuanto antes a las montanas y acampar me motiva para darle fuerte al os pedales. Al final de las tarde llego a un antiguo pueblo minero conocido como Oatman. 








Es el tipico pueblo del Lejano Oeste que se conserva intacto. Se hace tarde y no puedo detenerme mucho tiempo, pero me parece un atentado no parame a hacer unas fotos transitando con mi Susan por sus polvorientas calles, donde los coches se abren paso entre los burros salvajes, descendientes de los burros que abandonaron en su dia a su suerte los mineros. 






Oatman, en el Condado de Mohave, a 43 kms al Oeste de Kingman, tuvo su esplendor hace 100 anos como campamento minero. Su poblacion llego a alcanzar los 3.500 habitantes y su actividad ceso por completo tras la Segunda Guerra Mundial, convirtiendose en un pueblo fantasma, para despertar otra vez en losl anos 50 con el resurgir de la U.S.A Ruta 66 como destino turistico, convirtiendose en una parada obligatoria para los turistas.



El pueblo recibe este nombre en memoria de Olive Oatman. La historia de esta joven es muy interesante. Olive fue secuestrada en 1851 con 14 anos al tiempo que su familia era asesinada. Los indios Yavapai la convirtieron en esclava junto a su hermana. Ambas fueron vendidas a la tribu Mohave anos despues, y despues de ser testigo de la muerte por hambre de su hermana, es puesta en libertad. 

Desde entonces su historia cobra trascendencia entre la prensa y se escriben novelas, obras de teatro e incluso se filman peliculas (hablamos de la segunda mitad del siglo XIX) durante mucho tiempo, que destacan siempre el tatuaje que los indios Mohave le practicaron alrededor de la boca. 






Lo que le ocurrio a Oatman durante su cautividad aun es un misterio. Por lo visto, nunca quiso dar muchos detalles de lo que le hicieron o de como la trataron. Lo que no cabe duda es que su version de los hechos fue cambiando a mas negativa con los anos, por lo que se cree que pudo sufrir el Sindrome de Stockolmo en cautividad. Existe la sospecha de que fue abusada sexualmente por los indios Yavapai, aunque la joven siempre se nego a confirmar esta teoria. Hay algunos libros publicados que cuentan su historia: The Blue Tattoo: The Life of Olive Oatman; The Oatman Massacre; The Captivity of the Oatman's Girls …


Acampo entre las montanas Black Mountains del condado de Mohave, muy cerca del viejo enclave minero, junto a una panda de burros que no dejan de rebuznar. Monto el campamento demasiado cerca de la carretera para mi gusto, pero no tengo otra alternativa porque la orografia es demasiado montanosa y el sol esta a punto de ponerse. Antes de encerrarme en la tienda de campana soy testigo de una discusion burril en la panda de pollinos colgada en la falda de la montana. Hay un borrico que se quiere subir sobre una burra pese a la negativa de esta, y los demas intentan ayudarla espantando al potencial violador, que corre montana a bajo como los locos para volver a subir e intentarlo de nuevo. 

Los gritos retumban en la montana. Me dan ganas de salir y poner orden, pero no creo que valga de mucho, y cualquiera se acerca a aquellas bestias silvestres que me asestan una patada y me devuelven a las Islas Canarias para que defienda alli los derechos burriles femeninos. Contemplo la ultima imagen de las sobrecogedoras montanas de Colorado, salpicadas de verde por las lluvias de esta epoca del ano,  al caer el sol y me encierro en la tienda. No duermo bien porque estoy mas pendiente de los vehiculos que pasan tan cerca en la carretera, por si alguno se para y me descubre. Mas tarde me despiertan unas pisadas de animal de cuatro patas que no deja de merodear mi tienda. Estoy acojonada. Despues de media hora lo que quiera que fuese se va pero me cuesta dormir horrores. Cuando se hace de dia doy las gracias a Dios y recojo el cmapamento como una bala porque no me siento segura alli, para poner rumbo a Kingman.

Pedaleo por las Black Mountains cuesta arriba durante una hora y media. Las pendientes son de aupa. Llevo mucho peso porque transporto mucha agua, por lo menos cinco litros de agua, que se notan en las piernas. Paso por la famosa mina de Oatman que parece que aun funciona aunque con un aspecto mucho mas moderno que hace cien anos. La verdad es que podria tratarse de cualquier cosa: una fabrica o  una cantera, en medio de la montana. No me puedo creer que todavia quede oro aqui. Observo un cartel junto a una cancela que reza “Keep Away”. Seguro que hay oro en la montana, si no no serian tan antipaticos. El oro vuelve loca y desagradable a la gente.

Contenplo por ultima vez la mina, imaginandome como seria hace cien anos, con todos aquellos vaqueros desgrenados de las peliculas matandose por una pepita de oro para luego fundirse la pasta en el Salon entre sorbos de whisky y mujeres de vida alegre con trajes de can-can. Sigo subiendo hasta que ya no queda montana que subir y comienza un delicioso y vertiginoso descenso por un paisaje dantesco que dura una hora mas o menos. Estoy emocionada. Mi primer descenso en dias. 


Voy a toda hostia. La adrenalina me recorre el cuerpo. Pasan algunos coches con turistas que me saludan. Algunos hasta me aplauden. Me imagino que deben preguntarse como demonios he subido tan alto contanto peso. Pero ahora bajo todo lo que subi con impetus de diosa del ciclismo, como si mereciera el regalo de la cuesta abajo despues de tanto sufrimiento.




Todo lo bueno se acaba. Hasta la cuesta abajo. Dejo la montana para adentrarme de nuevo en el dilatado y turbador desierto que me llevara a Kingman. El sol esta al maximo de su potencia y emite destellos cegadores sobre la arena casi blanca salpicada de casas de hojalata y herrumbre color orin que parecen vacias de seres humanos. Hay muestras de que en algunas viviendas vive gente, pero no se ve a nadie. Los columpios se columpian solos mientras chirrian y las sillas de los porches estan vacias en medio de una nube de polvo que flota al compas del susurro del viento. 

Algunos perros ladran a lo lejos y de vez en cuando pasan camionetas que se caen a pedazos con hombres barbudos y melenudos con pinta de no ducharse en 365 dias mas o menos. Algunas calles de polvo con nombres ilustres en carteles impecables, que parecen recien colocados, se cruzan en mi camino para perderse en el horizonte. Hileras de buzones de hojalata se apostan en su cruce con Oatman Highway con nombres como "Sargent Miller" 4308 , "sin nombre" 4381, Centenial 5010 … Pero miro a lo lejos y no veo ninguna casa. Donde vivira esta gente? Bajo tierra? Parece que transito por un valle fantasma. 

Hay viejas autocaravanas en fincas cerradas con vallas construidas con mas chatarra. Es la viva imagen del Tercer Mundo. No me puedo creer que esto sea Estados Unidos. Esto es "Chatarrolandia". Como les gusta un cacho de metal a esta gente!. Una senora de avanzada edad y aires demoniacos en una camioneta Ford de los ochenta me adelanta con el movil en la mano gritandome “Get Out the Road!!”. Me quedo perpleja, pero ya me voy acostumbrando a America, digo a "Chatarrolandia".

A medida que me acerco a Kingman no solo cambia el paisaje. El verde comienza a aparecer en el panorama y, la pintura, en las viviendas, que van cobrando un aspecto mucho mas cuidado, para convertirse en pequenos palacetes burgueses en las postrimetrias de la emblematica ciudad de la USA Route 66, Kingman.


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