
Espero encontrarme con un tipico pueblo de
indios con plumas y caballos en algun momento pero lo unico que veo
es una urbanizacion de chalets en la montana con coches aparcado en
la puerta de las viviendas y ninos indios jugando en los jardines,
algunos con piscina, que se llama Peach Springs. Un edificio que parece un polideportivo corona
el lugar y unos ninos indios con serios problemas de obesidad
encestan balones en las canchas de basketball. Pues vaya chasco!

Las
proteinas surten efecto inmediato en mi cuerpo y pronto pedaleo de
nuevo como el rayo por aquella Ruta 66. Pronto las casas desaparecen
y en el bello paisaje van apareciendo pequenos pinos que cobran protagonismo a medida que Susan y yo ganamos en altura. En pocas
horas he pasado del inhospito desierto al bosque y al monte habitado
por alces, osos, linces, ardillas y tarantulas. El sol desciende con
rapidez y aun me quedan kilometros para llegar a mi destino. Me entra
un poco de ansiedad porque no quiero pedalear por aquel reino animal
por la noche.
Llego al camping practicamente de
noche. En el recinto no hay luces de ningun tipo, ni ducha ni nada de
nada y me cuesta 16 dolares.
Por la manana huelo a hiena porque no me
he duchado y me sirven un buen desayuno. Como me siento estafada
lleno el panier delantero de la bici con croasanes, porciones de mantequilla y
mermelada, lonchas de pan de molde, dulces variados, sobres de
chocolate en polvo, etc y ya tengo la comida del dia resuelta hasta
Seligman. Que les den.

No hay comentarios:
Publicar un comentario